Cae una banda que tenía una red de aviones para introducir droga por Cádiz y Huelva
El líder de la organización es piloto de una línea comercial que iba a ampliar su negocio con el tráfico de cocaína El aeródromo de Trebujena era uno de sus puntos de entrada
Actualizado: GuardarEl espacio aéreo como medio para introducir cargamentos de droga no es una ninguna novedad en la provincia de Cádiz, donde en varias ocasiones se han frustrado operaciones que incluso han terminado de forma accidentada como en 2005, cuando una avioneta se estrelló contra una patrulla de la Guardia Civil en una pista agrícola remota en Villamartín. En el día de ayer el Instituto Armado divulgaba los entresijos de un operativo de estas características, aunque la banda desmantelada había dado un paso más con la adquisición de una importante red de aeronaves destinada al tráfico ilícito de sustancias. Utilizaban como puerta de entrada el sur de Portugal, Huelva y Cádiz.
Las investigaciones policiales han durado medio año y nacieron con las primeras sospechas de que una organización podía estar operando en Huelva mediante el uso de avionetas y aviones que partían de Marruecos. La operación Ládano, que se ha desarrollado en dos fases, se ha saldado con la detención de 12 personas. El cabecilla es un piloto de una línea comercial que fue detenido en Sevilla, aunque es vecino de Madrid.
Esta persona contaba con un lugarteniente que ejercía de mano derecha y entre los restantes eslabones de la cadena había también un trabajador de un aeródromo onubense, que facilitaba supuestamente la entrada de cargamentos.
Los primeros detenidos cayeron en el mes de febrero en la capital hispalense: tres españoles, de 34, 32 y 40 años; y otros dos ciudadanos franceses, de 32 y 43 años, a los que les incautaron 400 kilos de hachís que acababan de introducir por aire. Pero los investigadores comprobaron que habían llegado a miembros con poco peso específico en la banda, y que los verdaderos cerebros estaban aún en libertad.
Laboratorio clandestino
Además de los arrestos, en esta primera fase la Guardia Civil localizó un laboratorio clandestino donde los estupefacientes eran manipulados para hacerlos invisibles en los controles policiales. Este tipo de argucias son utilizadas por los cárteles sudamericanos en sus envíos a gran escala de cocaína, camuflada en variopintos formatos.
La siguiente pieza del puzzle que cayó fue una colaboradora de la organización, que también fue apresada en Sevilla.
Al ir desentrañando cómo estaba jerarquizada la banda y su forma de actuar, la Guardia Civil descubrió que este grupo de narcos habían decidido dar un paso más en sus actividades para meterse de lleno en el negocio de la cocaína, que genera unos beneficios mucho más elevados que el hachís. Mientras que la primera tiene un precio directo al consumidor de 60 euros el gramo; el hachís se paga a tres euros.
Cuando los investigadores tuvieron esa constatación, decidieron apresar a los restantes miembros para impedir que introdujeran cocaína siguiendo las mismas rutas del cannabis.
En esta segunda fase cayeron los otros seis integrantes de la organización, entre los que estaba un piloto colombiano. También fueron requisadas seis aeronaves que estaban en dos aeródromos de Trebujena y Évora (Portugal). Desde el Instituto Armado se recalcó que los responsables de estas instalaciones eran completamente ajenos al uso ilícito que se hacían de sus pistas.
Asesor fiscal en Arcos
La única detención practicada en suelo gaditano fue la de un individuo, cuyas iniciales corresponden a J. C. O., el cual fue apresado en la localidad de Arcos, según confirmaron ayer fuentes del Instituto Armado.
La complejidad y profesionalidad que había adquirido esta organización llevó a su cúpula a reclutar a una persona que se encargaba sólo y exclusivamente de llevar la contabilidad de las abultadas ganancias que obtenían a través del narcotráfico. Éste era el papel otorgado a J. C. O., quien entre sus supuestos cometidos estaba el blanqueo de capitales y adoptar fórmulas financieras que eliminaran pistas del enorme patrimonio que iban atesorando los integrantes de la red, en especial del cabecilla.
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