Lecciones para hablar sin voz
José Antonio Hernández Guerrero reivindica el valor del silencio en su ensayo 'El arte de callar'
Actualizado:¿Por qué no callar? ¿Y por qué no, callar? Pudiera resultarnos un poco extraño o chocante que alguien se propusiera la tarea de enseñarnos a callar. De entrada, ¿no nos sentiríamos molestos? ¿Quién es el atrevido que va a decirnos cuándo nos tenemos que callar y por qué? Realmente siempre nos han dicho que tenemos que aprender a hablar o también a escribir, que no sabemos hablar, que no empleamos las palabras correctamente. Pero que nos tengan que enseñar a callar parece una tontería, una insensatez ¿no? Si precisamente callar no está bien visto. La imagen que tenemos del que calla es que es un cobarde que no se atreve a expresar lo que piensa, o un tontajo que no sabe qué decir o que no tiene nada que decir.
Pero si alguien nos dijera que callar es una forma de hablar, en silencio. Que es una forma de comunicarnos, que se trata de un lenguaje que utilizamos, y que utilizado de forma adecuada y pertinaz resulta, como la palabra, un arma eficaz y elocuente. ¿Nos sorprendería?
Resulta curioso considerar que de la misma forma que estamos convencidos de que «pensar es de sabios», pudiéramos hacer la traslación en este caso y decir «callar es de sabios». Cuando callar no equivale a no decir nada, el silencio se convierte en un mensaje, en una especie de enigma que debemos descifrar. En nuestros diálogos, en la comunicación que establecemos con los demás, se han de mezclar las palabras y los silencios. Hay quienes hablan pisando y pisoteando las palabras de los demás, atropellándolas y destruyéndolas. Hablar sin escuchar, ¿es eso un diálogo realmente? Desgraciadamente suele ocurrir, y tenemos vivos ejemplos en los medios de comunicación, desde la falta de diálogo en-tre los políticos hasta esos programas que incentivan únicamente el insulto y la palabra malsonante. Más de uno parece necesitar una buena lección sobre el arte de callar.
Se puede -y se debe- aprender a callar. Quien cultiva el arte de callar puede llegar a emplear el silencio de forma adecuada. Al igual que las palabras deben ser pensadas y resultar adecuadas en la situación y el contexto en el que nos movemos, teniendo en cuenta a nuestros interlocutores, los silencios deben ser administrados y medidos para que guarden el ritmo y la melodía que pide nuestro discurso o nuestra conversación.
Por eso se nos dice que se trata de un arte, de una destreza que hay que aprender. No se trata de emplear fórmulas de exacta aplicación. Cuando nuestra actitud y nuestras emociones están implicadas el resultado de 2+2 no siempre es 4. La prudencia, la templanza y la discreción sobre todo se entretejen en esta difícil tarea que hoy no parece gozar de mucho prestigio.
Y en ese difícil arte nos tiende la mano José Antonio Hernández Guerrero, que nos deja oír su voz a través de distintos personajes que dialogan, opinan, argumentan, refutan las opiniones de los demás, apuntan sus reflexiones y concluyen cómo, por qué y para qué aprender.