La capital pierde 17.000 habitantes en diez años, que se reparten por la Bahía
Chiclana, El Puerto, San Fernando y Puerto Real acogen a miles de ciudadanos que no pueden permitirse la adquisición de una vivienda en Cádiz, aunque denuncian que no todos se empadronan El Ayuntamiento gaditano ha iniciado una campaña para actualizar sus datos de población real
Actualizado: Guardar¿De qué sirve empadronarse? La pregunta la lanza al aire con cierta ironía el responsable municipal de Cádiz, José Blas Fernández, y la contesta, con cierta resignación, él mismo: «Para el ciudadano, para muy poco o para nada». Todo lo contrario que para las arcas públicas, cuya salud depende notoriamente del número oficial de habitantes de cada ciudad. No sólo por la recaudación directa de impuestos municipales (IBI, el de vehículos, la tasa de basura), sino por el dinero que pueda recibir de otras administraciones o incluso los servicios (colegios, centros de salud...) que, en teoría, les correspondan según su población legal. Empadronarse no sirve de mucho; el padrón sirve para todo.
Que se lo digan a la capital, la gran perdedora de los movimientos poblaciones del último decenio, tal y como reflejan los censos del Instituto Nacional de Estadística de 1996 y de 2007 (lo más oficial que existe al respecto, toda vez que es la base utilizada por los gobiernos para fijar los habitantes para cada cita con las urnas). A mediados de los noventa, Cádiz contaba con casi 146.000 personas censadas; a 1 de enero de 2007, las cifra estaba ya en 128.554... y bajando, porque la diferencia entre nacimientos y fallecimientos no explica la caída. Entre una fecha y otra más de 17.000 gaditanos menos, en fin, por culpa de la endémica falta de suelo y, por lo tanto, de oportunidades para hacer más viviendas y, especialmente, para hacer casas más accesibles.
Matices y excepciones
Desde el Consistorio, el delegado de Hacienda y responsable del padrón, José Blas Fernández, no está de acuerdo con esos datos tan demoledores. Ni él ni la alcaldesa, dado que el Ayuntamiento acaba de emprender una agresiva campaña de empadronamiento. De hecho, en apenas unas semanas se han revisado ya 9.400 domicilios en toda la capital en busca de esos ciudadanos que sí parecen existir cuando se contabiliza el volumen de basura recogida o el consumo de electricidad. «No sé cuántos somos, pero somos más de los 130.000 que dicen las estadísticas... Y somos más, pese a que también se ha ido gente», admite el concejal más veterano de la Corporación.
¿Y dónde se han ido? La respuesta a esta pregunta no la tiene nadie. Ni el Ayuntamiento gaditano ni los vecinos. La lógica dice que las localidades más cercanas de la Bahía serían las beneficiadas. La estadística así lo corrobora para San Fernando y El Puerto (con incrementos de 11.000 y 13.000 habitantes, respectivamente) y un poco menos para Puerto Real (unos 6.000 más). Chiclana es caso aparte: más de 20.000 chiclaneros se han sumado a las calles de la ciudad en tan sólo diez años. De ellos, más de 12.000 habían nacido en otro lugar de la provincia, con lo que convierte al municipio chiclanero en el gran receptor poblacional.
Adiós a la capital
En cambio, Cádiz ha perdido a población originaria y ajena. Partiendo de los 17.000 que se han marchado entre 1996 y 2007, unos 12.000 habían nacido en la propia ciudad y el resto, en otros sitios de la provincia. Es decir, que también se está perdiendo emigración hacia la capital. En cambio, y para aquellos que defiendan el gaditanismo, todo esto supone que Cádiz es cada vez más de los gaditanos, ya que en 1996 los oriundos de la ciudad suponían el 73% del total de sus habitantes; dos lustros más tarde, ya son el 75%. Entre otras cosas, porque tampoco crece el número achacable a otros orígenes, sea del resto de España o extranjeros.
Aunque ése no es el principal problema, subrayan desde la plaza de San Juan de Dios. José Blas Fernández lo niega.Niega el éxodo y, sobre todo, niega que haya incluso muchos gaditanos que se hayan ido a San Fernando, El Puerto o Puerto Real y sigan contemplados por el censo capitalino: «Al revés, son muchos los que se empadronan en un sitio o en otro dependiendo de las ventajas que les den y siguen viviendo en su casa familiar».
La guerra del padrón
¿Ventajas en otros sitios? La guerra administrativa que ha emprendido Cádiz no es única en la Bahía. Curiosamente, y pese a que la estadística les es favorable, todos se quejan de que les falta gente. La excepción la podría suponer Jerez. El municipio más poblado de la provincia (con poco más de 200.000 personas censadas) no denuncia problema alguno y desde el Área de la Presidencia están satisfechos con lo que tienen. «Nuestro ritmo de empadronamiento es bueno; no hacen falta campañas especiales», aclaran desde fuentes municipales. Extrañar, no extraña demasiado, puesto que la localidad jerezana gana 2.000 habitantes al año.
El Puerto sí que nota la falta de gente. Al igual que Cádiz, ha puesto en marcha una campaña publicitaria y administrativa para sumar portuenses y pese a que su número ha subido en 13.000 personas en diez años. Allí el problema es la estacionalidad, porque el volumen de ciudadanos se duplica en verano o fiestas largas (además de la movilidad de militares itinerantes que causa la Base de Rota). Ahora, el Consistorio ofrece incluso un número de teléfono al que se puede llamar y en unos días un agente censal pasa por un inmueble y registra a sus ocupantes. Así de sencillo. Todo, por superar las 100.000 personas.
Chiclana, mientras tanto, está demasiado ocupada estos meses en regularizar las viviendas ilegales y no tiene tiempo para empadronamientos. Con todo, el Ayuntamiento cree que la población fija es de 100.000 y no de 75.000, como dice el INE (para el verano, la cifra más que se duplica).
San Fernando es otra del club de las 100.000 de población real (que no legal) y su lucha contra el padrón es continua. Lo lleva siendo desde hace años, aunque el INE deje su último padrón en 95.000 personas. Su problema es doble: es la ciudad que de forma más evidente sirve de dormitorio a Cádiz y los militares no llegan a fijar su población. El resultado es que sólo la mitad de sus ciudadanos es isleño de nacimiento.
Pero si una ciudad está inundada de forasteros esa es Puerto Real, donde sólo una tercera parte de los censados nacieron en ella. El Gobierno que dirige José Antonio Barroso no tiene pensado ningún plan especial, si bien sospecha que hay miles de gaditanos que viven en sus barrios periféricos.
A todos, en efecto, parece faltarle población. Eso dicen las cuentas. La guerra del padrón no ha hecho más que comenzar.
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«No, he venido a ver si todo estaba en orden», contesta un ciudadano al que el agente censal ha sorprendido en un edificio que no paga impuestos municipales. «Sólo les falta decir que han ido a cambiar el agua al canario», ironiza José Blas Fernández, primer teniente de alcalde gaditano.
Éste es el ejemplo más habitual (negar que se viva en una casa con alto consumo de luz, por ejemplo), pero la picaresca manda en la guerra del padrón. Hay hijos que viven en la casa familiar portuense, pero que se han empadronado en San Fernando, para acceder a sorteos de VPO. Un militar destinado en Rota se empadrona en El Puerto para recibir una ayuda del Invifas, pero sigue viviendo en La Isla. Un matrimonio gaditano se ha ido a vivir a Puerto Real y no admitirán su emigración hasta que el hijo deba entrar en una guardería de su lugar de residencia. «Vamos hacia las tarjetas de ciudadano», dicen en el Ayuntamiento de Cádiz. Es decir, «las que recogen ventajas sólo por estar empadronado».