Las compañías aseguradoras detectan cerca de 2.000 fraudes en la provincia
La mayoría se comete dentro del sector del automóvil con reparaciones ficticias o por partes de lesiones engordados tras ocurrir un siniestro Cádiz está entre las diez provincias con mayor incidencia en este tipo de estafas
Actualizado: GuardarSacarle el dinero al seguro es una expresión recurrente en el acervo español, pero del dicho al hecho dicen que hay un trecho, que muchos gaditanos han tratado de cruzar. Al menos ésa es una de las conclusiones que se saca del informe El Fraude al Seguro Español, elaborado por Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA), que desvela que en el año 2006 se detectaron cerca de 2.000 fraudes en la provincia de Cádiz que tenían como único fin obtener una compensación económica engañando a las compañías. Cádiz se sitúa entre las diez provincias españolas con una mayor incidencia en este tipo de estafas, si bien este dato coincide con el número de población al ser las zonas con más habitantes las que arrojan unas cifras más elevadas.
Detrás de las siglas ICEA está una asociación nacida en 1963 que se dedica al estudio de materias relativas a los seguros, y a la que están adheridas las firmas que mueven el 92% del negocio de primas en España. Entre sus objetivos está no sólo mejorar la capacidad de las compañías para ofrecer un buen servicio, sino también los mecanismos para detectar irregularidades en los partes emitidos por los usuarios que esconden un beneficio económico. Desde hace varios años vienen publicando un estudio sobre los fraudes que se cometen en territorio nacional. El último se refiere al año 2006 y tanto en éste como los relativos a los dos anteriores ejercicios, la provincia gaditana aparece como una de las zonas españolas donde se tratan de cometer con más habitualidad este tipo de engaños. Además, la tendencia va in crescendo, ya que la comparativa fija año tras año un aumento de fraudes superior al 10%, como se hace constar en el último informe antes mencionado.
Pese a la importante cifra de fraudes que fueron atajados en Cádiz (1.959), se trata tan sólo de una estadística parcial como reconoce el director de programas de ICEA, José María Olazábal, ya que tan sólo 22 compañías aportaron sus resultados para la elaboración del estudio nacional. Se trata de un pedazo pequeño del conjunto del sector de las aseguradoras, que en España cuenta con 370 entidades. «Muchas de ellas, alrededor de 170, son pequeñas empresas que no llevan un recuento tan pormenorizado de los asuntos fraudulentos que han sufrido. De ahí que no participen ni puedan aportar datos. Sin embargo, las principales sí que colaboran, por eso es una cifra a tener en cuenta, aunque con la importante salvedad de que la realidad es aún más grande en cuanto a número de estafas», explicaba Olazábal.
Engaño en coche
El ramo más afectado por los intentos de fraudes que tratan de cometer clientes es el del automóvil. Aquí se incluyen desde los partes de lesiones engordados o agravados con dolencias inexistentes tras producirse un siniestro, hasta las reparaciones ficticias. «Un caso tipo es el del taller donde se apuntan reparaciones que no se han realizado o que se provocan averías en el vehículo a propósito para sacar tajada».
La tentación de obtener un rédito económico tras pagar durante años una prima determinada suele llamar a la puerta cuando la ocasión llega en forma de accidente o por cualquier tipo de percance que afecte directamente al seguro contratado. «La picaresca es muy habitual, sobre todo cuando el tipo de fraude es muy sencillo. Pero es importante concienciar a la ciudadanía de que estos engaños repercuten en todos los clientes, porque son los que sufren un incremento en las cuotas que pagan. Las entidades tienen que incrementar los costes directos al cliente para afrontar los numerosos incidentes que se reclaman diariamente».
Tampoco son excepciones los casos elaborados, aquellos que han sido ideados expresamente para «reingresar el dinero que se ha venido abonando para tener garantizada una cobertura determinada». Olazábal recuerda en concreto dos: «Hubo un cliente que sacó de un desguace un vehículo de las mismas características, modelo y marca que él tenía, le cambió las matrículas y reclamó a su compañía que había tenido un accidente con resultado de siniestro total».
Otro de los intentos que no llegaron a tener éxito, relataba el director de programas de ICEA, fue protagonizado por un individuo que trató de sacar provecho a un siniestro en cadena con el que se topó por casualidad. Varios vehículos habían colisionado entre sí por culpa de la niebla y el conductor de un coche, que había tenido un percance anterior, al llegar al lugar donde se había producido el choque, aseguró que también él era una víctima.
Las compañías aseguradoras también constituyen un sector al que la crisis económica le afecta directamente con un aumento de incidencias, que en una situación de bonanza no se producen.
Aunque aún no están sufriendo las consecuencias de una coyuntura nacional, sí que tienen experiencia en las crisis privadas, aquellas que atañen sólo a un empresario en concreto. «Incendios de naves, robos y otros percances similares son la vía de escape para algunas empresas que necesitan liquidez rápida y que, cuando están desesperados, recurren incluso a destruir su propia fuente de ingresos». Ante las vacas flacas, las compañías no han reforzado sus sistemas de detección de fraude, ya que en muchos casos es imposible descubrirlos.
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