Los chinos se instalan en el pánico
Evacuadas a zonas altas 1,3 millones de personas por temor ahora a la amenaza de desbordamiento de los grandes lagos artificiales surgidos tras el terremoto
Actualizado: GuardarPrimero fue la tierra. Ahora es el agua. Pero el miedo sigue siendo el mismo. Hoy, parte de los más de 130.000 soldados desplegados en la zona del terremoto comenzarán a drenar algunos de los 35 lagos formados por los corrimientos de barro y escombros que han bloqueado el curso de los ríos y las fuertes lluvias de los últimos días. El que más preocupa es el de Tanjiashan, cuyo nivel ha crecido una media de dos metros diarios, y amenaza la vida de más de 1,3 millones de personas.
Para evitar más catástrofes, el Gobierno ordenó ayer su evacuación a lugares más elevados, una operación que, si no surgen problemas, habrá finalizado hoy. Sólo en la ciudad de Mianyang, 200.000 personas tuvieron que abandonar apresuradamente las tiendas de campaña que todavía siguen siendo su hogar, y trepar montaña arriba. «Con el terremoto perdimos a nuestros seres queridos y casi todo lo que teníamos. Ahora sólo nos falta que el agua se lleve lo poco que pudimos salvar», comentaba desesperada ayer a este periódico, por teléfono, She Yushu.
A pesar de que el Ejército ha abierto un corredor para tratar de canalizar el agua de Tanjiashan, con la ayuda de 45 excavadoras que han sido llevadas en helicóptero hasta el lago, la operación sigue siendo considerada de alto riesgo, ya que la irregularidad del terreno podría provocar una inundación de grandes proporciones. Actualmente, ha adquirido ya una profundidad de 745 metros. Zhou Congai, alcalde del pueblo de Tongkou, advirtió ayer de que «si sale de golpe todo el agua, el río que pasa junto a la ciudad podría elevarse 36 metros, algo que dejaría todas las casas sumergidas».
A 40 metros de altura
De acuerdo con esta información, las autoridades han pedido a los vecinos que se reubiquen por lo menos a cuarenta metros de altura del caudal actual. Según la cadena estatal CCTV, desde que se produjo el terremoto de ocho de grados de magnitud en la escala Ritcher que sacudió la provincia de Sichuán el pasado día 12, quince millones de personas han tenido que ser evacuadas o reubicadas, y 45 millones, casi la mitad del total de la provincia, se han visto afectadas por el seísmo, que ha dejado ya un balance de más de 68.500 muertos.
«No podremos aguantar así mucho tiempo», se lamentaba ayer She Yushu, reinstalada en la ladera de una montaña, varios kilómetros al sur del lago de Tanjiashan. «Tenemos los nervios destrozados, y no nos queda nada. Nos dan agua y alimentos, pero todavía nadie habla de reconstrucción. Llueve a mares y hay réplicas todas las noches. Salimos de las tiendas de campaña aterrorizados. Es una pesadilla».
Según el Observatorio Sismológico de China, las réplicas, que ya suman casi 9.000, continuarán durante varios días, incluso semanas, y se espera que algunas alcancen hasta fuerza 6,5. Ahora, al miedo que le provoca a Yushu la furia de la tierra, se suma el temor de que su pueblo quede sumergido. «Nos aseguran que todo va a ir bien, pero no estoy nada segura. ¿Qué pasará si lo poco que ha quedado en pie termina anegado?», se lamenta.
Hay quien preferiría no tener que esperar para conocer la respuesta a esa pregunta, y por eso algunos vecinos trataron ayer de regresar a sus poblados para recoger lo que no pudieron llevar durante la evacuación. «Pero los militares han puesto controles y sólo pueden pasar quienes consiguen un permiso especial que no dan a casi nadie. Además, como mucho, pueden estar en el pueblo una hora», explica Yushu. «Tienen que comprender que la prioridad del Gobierno es que no se produzca ni una sola muerte más por la demolición de las barreras que han creado los lagos», declaró Congai ayer a la agencia Xinhua Zhou.
Deficiente construcción
Por otro lado, se multiplican las críticas a los líderes locales por el derrumbe de casi 7.000 escuelas en la zona cercana al epicentro, un hecho que muchos achacan a la falta de transparencia en las concesiones y a la utilización de materiales inadecuados. El Gobierno, consciente de la necesidad de dar respuesta a este escándalo, anunció el jueves que castigará con «extrema dureza» a quien se considere responsable del derrumbe de cualquier edificio y anunció el envío de un grupo de inspectores para analizar la calidad de las construcciones afectadas.