ANABOLIZANTE

Chano Lobato

E l pasado martes fui al Teatro Albéniz de Madrid, a un espectáculo enmarcado dentro de la Summa Flamenca, un festival que cada año organizan la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. No está la cosa muy boyante de jandermoney, pero me arañé el bolsillo porque la ocasión lo merecía. Era un programa doble: el gran Chano Lobato y el grupo Son de la Frontera.

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Cuando llegué me encontré con que Chano no podía actuar por motivos de salud. Para sustituirlo, habían elegido nada menos que a Rancapino, otro fenómeno, así que decidí quedarme, y no reclamé la devolución de la entrada.

El cantaor apareció en el escenario y no tardó en ganarse al público. Brindó varias veces a la salud de todos, y se acordó de Chano a su manera: «Él siempre me dice que yo soy el Robert Redford de África». El público celebró la ocurrencia. Y es que Chano hace reír hasta en boca de otros, como los grandes.

Durante el descanso visité, en los pasillos del teatro, una exposición del fotógrafo Paco Manzano, dedicada íntegramente al cantaor gaditano: 25 años de Chano Lobato en Madrid. En ella se resume la presencia del artista en los escenarios de la capital y aparece acompañado de grandes figuras como Compay Segundo, Juan y Pepe Habichuela, Moraíto, Javier Barón... En la segunda parte, la gente de Son de la Frontera también tuvo unas palabras para él. Y el público volvió a prorrumpir en aplausos.

Después de esto, me quedó constancia de cuánto quieren por aquí arriba a nuestro paisano, cómo lo veneran y lo respetan. Tanto, que aún a pesar de no estar esa noche allí, su arte, su talento y su gracia sobrevolaron las butacas durante las más de dos horas que duró el espectáculo. Tanto, que sin estar él, y aún brillando como brillaron los artistas que estuvieron en el escenario aquella noche, siguió siendo la noche de Chano Lobato.