Tarde ventosa en Madrid
El toro de mejor aire de la corrida de Valdefresno fue el tercero. Hondo y largo, muy armónico, armado por delante, el rabo al suelo. Chorreado y listón. Con mucha plaza. Frío de partida y contrario, como se dice en Madrid del toro que sale por la mano izquierda. Frenado, suelto. Estaba cantado que se escupiría del primer puyazo y lo hizo muy aparatosamente. Pero se entregó en el segundo. Larga vara romaneada y empujada a favor de querencia y a contra. Buena la salida del caballo. Uceda Leal se animó a quitar en su turno.
Actualizado:Estaba todavía frío el toro, que luego iba a venirse arriba. Pero no de golpe. Había barrunto de tormenta y, después de banderillas, con el toro a punto para romper, soplaba con ganas el viento. Sujetado en un burladero de sol, escarbó el toro, pero era el terreno donde mejor parecía atacar.
No dejó el viento ni ponerse. A la fuerza, pues, Salvador Vega tuvo que irse a las rayas de enfrente. Muy noble, el toro tuvo una gran virtud: su temple al tomar el engaño. Fue, en salidas y entradas, un puntito distraído y otro puntito andarín. Pero muy de fiar. Confiado estuvo el torero de Manilva, pero costó un mundo sujetar el engaño -muleta diminuta- para gobernar las cosas, ligar y templarse. No salió la cosa. Más inoportuno que nunca el viento. Un pinchazo, una estocada.
El toro que rompió plaza sacó pinta muy poco habitual en el encaste Atanasio-Lisardo. Capirote y berrendo en cárdeno, con parches negros, salpicado, botinero. Más bello que bueno.
El viento empezó a soplar al mismo tiempo que se soltó ese toro. De mal carácter: calamocheó en el caballo, zurció a cornadas un burladero, cortó en banderillas, se puso gazapón, punteó rebrincado y enseguida se puso a buscar por debajo, a revolverse y a tirar cornadas. Uceda tuvo que sortear las trampas que le tendía. Lo mató de estocada desprendida.
Un segundo sacudido, acarnerado y zancudo, acodado y veleto. Muy garboso Curro Díaz en un campanudo saludo de capa. Y una faena de pellizquitos, porque casi todo pasó al aire del toro y más al toro pasa que otra cosa.
Hubo un cuarto de amplio escaparate y afilados garfios, muy en Atanasio, que, modélicamente lidiado por Luis Miguel Campano, pareció toro de calidad. Sólo que el primer puyazo, con los riñones metido y vaciándose, tuvo algo letal.
Sobró la segunda vara reglamentaria. El toro claudicó dos o tres veces a la hora de la pelea. Pendiente del viento, Uceda no terminó de dar con la distancia. Dos pinchazos y una magnífica estocada.
El quinto hizo cruzada e incierta salida de trueno y casi por sorpresa saltó al callejón y se hirió en la axila izquierda. Se desinfló. Muchos accidentes, una lidia sin razón y, al cabo, con el toro serenado, una porfía de Curro Díaz que estaba de antemano perdonada. Buena estocada perpendicular.
El sexto, corto, muy astifino, bien poblada la testa, tuvo que oír más de un miau de protesta. Toro codicioso, de muchos pies. Se le acabó la gasolina muy pronto. Estuvo con ganitas Salvador Vega y dibujó algún muletazo bueno. Una estocada.