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Igor Hruskar, de Kutjevo.
Sociedad

Los vinos croatas de Kutjevo descubren en Vinoble la denominación de origen Slavonia

La bodega más fuerte del país propone sus vinos del hielo y un añejo envejecido en botella en las criptas que producen caldos desde 1232

F. A.
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Uno de los estrenos más comentados entre los corrillos de esta edición de Vinoble ha sido el de los vinos de Croacia, en concreto los de una de las bodegas más potentes del país, desconocida en España. Kutjevo (D. O. Slavonia) ha sido la compañía que atrajo visitantes a su stand hasta la última hora de la tarde de ayer.

Al frente de la misión estaba Igor Hruskar, que comentó las bondades de algunos de sus vinos. Uno de ellos, de cosecha de 1992, de nombre Rizling Rajnski, «no demasiado dulce, con notas minerales y que aún identifica de manera potente la clase de uva». Además, propone Muskat Otonel 1979, «con las típicas características de vino añejo», aunque con una producción sorprendente. «Pasa uno o dos años en barrica y más tarde envejece en botella acostada en un clima constante en los sótanos de la bodega: entre 12 y 15 grados y entre 90 y 95% de humedad», explica el croata.

Además, Kutjevo trajo a Jerez dos de sus vinos de hielo: Traminac 2003 y Grasevina Welchriesling 2003, «que cosechamos a una temperatura de 19 grados bajo cera una mañana helada».

El representante admite que para conseguir su propósito de concentrar el mosto basta con que la uva esté a una temperatura menor de siete grados bajo cero, aunque «cuanto más baja sea mejor, ya que el hielo se llevará la mayor cantidad de agua posible».

La respuesta del público jerezano ha sido gratificante para Hruskar. «En la única feria a la que acudimos hace unos años en Dusseldorf la gente se sorprendía de que hiciéramos vinos en Croacia; aquí ya nos consideran un país productor», dice.

La historia de su bodega es ajena a los tópicos. Existen pruebas de que en 1232 los monjes cistercienses comenzaron a producir vino en los sótanos de su abadía, hoy el centro de un pequeño pueblo. «160 años después llegaron los turcos y bajaron notablemente la producción durante tres siglos, hasta que los jesuitas construyeron el palacio de Kutjevo, que se conserva hoy», explica el técnico. En sus 1.200 hectáreas -el 10% del marco de Jerez- se fabrican hoy en día entre cuatro cinco millones de litros al año.

De toda esa historia quedan vestigios visitables en la mayor vinoteca del país, que muestra a miles de turistas al año una colección de 70.000 botellas.

Ventas en guerra

Hruskar explica que las exportaciones a países vecinos les permiten cuentas aseadas, incluso en los días más difíciles de Croacia. Durante la guerra que asoló el país a principios de los 90 vendieron más vino que nunca.

«Subieron las ventas sorprendentemente y hasta tuvimos que subir los precios. Por una parte, nuestra bodega no cayó en zona de guerra y además, los croatas vivieron la inseguridad más al día, quizás fue una suerte de Carpe Diem».