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DEGUSTACIÓN. Clara Verheij, de Bentomiz, y Carlos Villarraso, de Bodegas Jorge Ordóñez, ambas en La Axarquía.
Sociedad

Dulce viaje a La Axarquía

Alex Both y Clara Verheij vinieron de Holanda a Málaga sin saber hacer vino; hoy están en las principales cartas

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En el fragor a veces asfixiante de pactos comerciales, tarjetas y catas a bocajarro, Vinoble esconde historias felices. Ésta es una de ellas. Clara y André, antropóloga y arquitecto técnico holandeses, se liaron la manta a la cabeza hace muchos años y aterrizaron como dos paracaidistas vitales en La Axarquía. «Sabíamos de beber vino, pero no cómo hacerlo», dice ella. Ayer representaban en un stand de Vinoble sus dos Ariyanas, productos de un sueño 100% Moscatel Alejandría.

Clara Verheij explica que lo suyo no fue una coincidencia. Ella y André Both utilizaron los fríos métodos deductivos para terminar en una de las faldas de Sayalonga, en Málaga. «Hace 18 años decidimos vivir en España. Estuvimos cinco viajando por todas las regiones y pensamos que la que más nos convenía era Andalucía, dentro de ella Málaga y dentro de Málaga, La Axarquía», dice Clara. Así que compraron un terreno de viñedos abandonados y cepas viejas «de entre 50 y 100 años de antigüedad» para conseguir sus primeros caldos de Moscatel Alejandría. «No sabíamos hacerlo, así que los vecinos nos ayudaron en un proceso artesanal en el que pisábamos la uva con los pies y que no tenía ningún tipo de control».

En Semana Santa no sabían si iban a «tener vinagre o un buen vino», así que en 2003 dieron un salto al vacío de un millón de euros de presupuesto en enólogos, laboratorios y una nueva bodega. El resultado se llama Bodegas Bentomiz y propone -Ariyanas naturalmente dulce y Ariyanas terruño pizarroso-, «unos vinos elegantes y sublimes con un buen equilibrio entre acidez y dulzor, grado de alcohol bajo y muy minerales».

La estrategia de comercialización responde al teorema de que las ideas sencillas son las mejores. «Llamar la atención en los grandes almacenes es difícil, así que decidimos ir de arriba a abajo en lugar de abajo a arriba». Clara y André iniciaron una sufrida peregrinación por los mejores restaurantes de España, Gran Bretaña, Holanda e Italia. Cenaban y le proponían al sumiller una cata de los vinos que traían bajo el brazo. «Ahora están en nueve de cada diez de esas cartas», explica.

El más dulce

Cerca de la bodega de Bentomiz -Almachar- duermen las cepas de las que salen los caldos de Jorge Ordóñez. Carlos Villaraso es el enólogo encargado de la producción al alimón con el número uno austriaco en vinos dulces, Alois Kracher. El resultado de su propuesta sorprende, sobre todo su número 4, Esencia (2004), con 540 gramos de azúcar por litro y solamente cuatro grados de alcohol. Secan a la sombra la uva, la molturan y a mitad de fermentación añaden las uvas pasas seleccionadas y trituradas. «El resultado no es un vino, es néctar», dice Villarraso.

apaolaza@lavozdigital.es