Memorias en un pentagrama
La Coral Universitaria de Cádiz celebró anoche en el Gran Teatro Falla 25 años de historia, música y amistad
Actualizado:No llegaba al metro y medio de altura, mirada picarona con espléndida sonrisa, paciente, tolerante; aún no entiendo como nos soportaba. Lucía su majestuosa mella con cierta altanería pero era buena gente, gracioso, particular, era... diferente, tenía que serlo para embarcarse en aquella aventura». El tenor José Coronilla, miembro fundador de la Coral Universitaria de Cádiz, recordaba hace unos meses con estas palabras al maestro Escobar. Echaba la vista atrás con nostalgia y cierto orgullo de haber sido uno de esas voces dirigidas por la ilusión del músico. Junto a él y a otros 15 compañeros hicieron hace 25 años realidad un sueño: disfrutar juntos de esa pasión compartida por la música, un amor por las sinfonías que ayer volvía a hacerse patente sobre el escenario del Gran Teatro Falla.
La historia de la Coral Universitaria arrancó en marzo de 1982 pero antes, impulsada, entre otras, las mentes inquietas del profesor Jordano y del doctor en Medicina Felipe Garrido, el en-granaje de la coral comenzó a funcionar. Como recuerda otro de los miembros fundadores, Joaquín Repeto, la primera actuación del grupo fue por motivos estrictamente académicos: «Se hacía profesor honoris causa a un profesor alemán. Le cantamos el Gaudeamus Igitur». Este himno universitario por excelencia fue el punto de partida de una gran aventura. «Comenzamos unos 15 miembros: profesores, universitarios, recién licenciados, personal administrativo», recuerda Repeto. «Muchos no sabíamos lo que era una partitura. Sólo teníamos buen oído».
Tras los primeros meses, la co-ral fue creciendo. «Después del verano ya éramos unos 40». Y al año, bajo la dirección ya de Marcelino Díez, -quien estuvo a la batuta hasta principio de los 90- el grupo vivió una de sus mayores etapas de esplendor. Grabaron sus dos primeros discos, y gracias a la labor investigadora de Díez lograron recuperar obras antológicas que habían sonado en la Catedral de Cádiz y otras músicas hispanoaméricanas de la etapa del virreinato. «Hicimos estrenos mundiales de algunas piezas como la misa Ego flos compi a ocho voces».
El Falla abre de nuevo
Otro de los grandes momentos de la época de Marcelino Díez fue la participación de la coral en la reinauguración del Falla. Para este momento histórico prestaron sus melódicas voces a la ópera La vida breve de Falla junto a la orquesta de Valencia con la que lograron emocionar al público que llenó la sala para la ocasión. De aquella época, de esos momentos iniciales en los que España estaba aún inmersa en enormes cambios sociopolíticos y refrescantes inquietudes intelectuales, la coral también tuvo su papel.
«Para cantar no se pedía ni sexo, ni religión, ni edad...había de todo», recuerda Repeto. «En cuanto al aspecto musical sí que recuperamos algunas piezas que se habían dejado de cantar». Sobre todo, música popular que bajo tiempo de revueltas y convulsiones políticas había caído en el olvido. Ese fue el caso por ejemplo de la popular cantinela El vito que la coral recogió y versionó ante la sorpresa de muchos.
También de estos momentos todos se acuerdan del gran profesor, el filósofo Mariano Peñalver. Él, melómano convencido, y primer rector electo de la Universidad de Cádiz, apoyó en todo momento a la formación. Tanto fue así que él mismo llegó a formar como bajo del grupo y «cronista oficial» de la coral.
Tras Díez fue José Luis López Aranda quien cogió la batuta de la Universitaria y pasó de ser coralista a director unos seis años. Eran los 90 y se decidió devolver al grupo su origen más universitario. Por ello, se renovó el plantel de voces por otras más jóvenes. «Eso llevó a que se cambiara el repertorio porque no se podía mantener con otras voces». López Aranda devolvió al coro un aire renacentista con obras complejas como El Requiem de Mozart o piezas de zarzuela como la mítica Cádiz.
Tras la labor de López Aranda y con nuevos miembros en la coral asumió el mando el actual director del grupo, Juan Manuel Pérez Madueño, un músico que ha dado un tinte más contemporáneo al repertorio de la coral. Esta apuesta, «a menudo arriesgada», según el propio director, ha abierto en estos seis años al grupo a estilos que hasta el momento no habían sido habituales en unas voces de este registro. Obras de romanticismo español, de los siglos XIX y XX, han llenado de ilusión y emoción las gargantas de sus componentes.
Tanto es así que el coro ha vivido nuevas experiencias, como la de subirse por primera vez al escenario del Teatro Villamarta. Allí han sonado a ópera y este año preparan ya una zarzuela para la temporada lírica del espacio jerezano.
Kilómetros de amistad
Pero, al margen de asuntos cronológicos, la historia de la Coral Universitaria de Cádiz ha sido también la historia de grandes amistades. «Muchos empezamos juntos en ésto y hemos vivido cosas que son inolvidables», recuerda Repeto. Como las miles de anécdotas que a pesar de los años siempre se recuerdan. Decenas de aventuras recogidas en los viajes que les han llevado por toda España.
«Como cuando una vez cambiamos por completo la decoración de un piso de un hotel. Pero, bueno... esas cosas mejor no contarlas». O cuando una de las voces tenía que hacer un solo en un concierto en Valencia y se le olvidó por completo la letra. «Se inventó sobre la marcha unos versos que iban perfectos con la melodía. Nos quedamos todos asombrados y el público no se dio cuenta de nada».
«Las amistades en la coral son imborrables. Somos como hermanos». De hecho muchos de los miembros han cantado en la boda de otros o en la primera co-munión de sus hijos. «No pasa un año, una efeméride, que no celebremos todos juntos». Y para muestra lo que ayer ocurrió sobre el escenario del Falla. Las voces de la coral volvían a sonar para celebrar su cumpleaños de la forma que más les gusta: cantando. Una entrega que fue premiada por el público y que volvió a unir a Marcelino, a José Luis y a Juan Manuel bajo una misma batuta y objetivo: tenían que sonar, una noche más, «como nunca».
malmagro@lavozdigital.es Puede parecer al menos cu-rioso que en tierra de Carnaval, las agrupaciones corales sufran un gran déficit de tenores. Es precisamente la fiesta grande de la capital gaditana la que está causando estragos en estos grupos vocales: los que hay, se decantan por los tanguillos, y los que quedan, no son suficientes. «El Carnaval es muy absorbente», lamentan.