Superávit menguante
Actualizado:l anuncio por parte del secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, de que el superávit público se ha reducido un 55,9% en los primeros cuatro meses del año y, sobre todo, su admisión de que ese excedente se agotará en lo que resta de 2008 agrava la percepción sobre los efectos del frenazo económico, que no se ven paliados por el óptimo comportamiento que siguen manteniendo las cuentas de la Seguridad Social. El desajuste en los pronósticos del Gobierno se explica en buena medida por la imposibilidad de predecir las consecuencias de un enfriamiento intensificado por una crisis del sector inmobiliario muy acusada, unas restricciones financieras inusuales y la escalada imparable del barril de petróleo. Esa incapacidad para intuir la envergadura del parón ni siquiera ha sido exclusiva del Ejecutivo español, pero eso no le exime de su responsabilidad en el diseño de unos Presupuestos elaborados con premisas que se han demostrado erróneas, como la de confiar en una moderación del crudo en torno a los 70 dólares cuando ha alcanzado ya los 130. Ni tampoco en la adopción de remedios como la deducción generalizada de 400 euros, cuyo desembolso -casi 6.000 millones- consumirá gran parte del superávit sin que su aplicación baste para reanimar el consumo. Las consecuencias tentaculares del retraimiento en la construcción están contribuyendo al descenso en el cobro de impuestos con que venían nutriéndose las arcas públicas, que empiezan a acusar, en paralelo, el incremento en el pago de las prestaciones por desempleo. De ahí que el pesimismo no provenga sólo del recorte del superávit, sino de la constatación de que los motivos que lo provocan se van a agudizar en los próximos meses. Con la iniciativa de los 400 euros, el Gobierno ha tratado de incentivar el consumo inyectando liquidez a los bolsillos de las familias, pero la elevada inflación ha anulado la potencialidad que se le suponía a la medida cuando fue planteada. De ahí que la delicada coyuntura empuje ahora al Ejecutivo a adoptar una estrategia que ayude a enfriar la economía con el objetivo de que el consumo se recupere por la vía de la contención en los precios, al tiempo que le obliga a analizar con rigor aquellas propuestas, como la formulada por Sarkozy para estancar el IVA de los productos petrolíferos, que puedan pretender solventar problemas nacionales específicos implicando al conjunto de la UE.