Realismo israelí
De creer la información difundida ayer por fuentes israelíes que las ediciones digitales de los medios no identificaban, está listo por fin un acuerdo de intercambio de prisioneros con Hezbolá que dará satisfacción a cada parte en su demanda central: los dos soldados judíos capturados en julio de 2006 y el activista Samir Kuntar (un druso libanés miembro del Frente de Liberación de Palestina) condenado a cadena perpetua en Israel. En teoría, es lo previsto desde hace meses y lo que se tenía por inevitable si se quería realmente proceder al canje: el público israelí es muy hostil a la liberación de Kuntar porque su acción en 1979 mató a varios civiles desarmados, pero el clamor por obtener la vuelta a casa de sus soldados obliga a aceptarla ahora por puro realismo. Pero hay algo más en el trato, suponiendo que se confirme, lo que parece probable si nos atenemos al tono del discurso del lunes del jefe de Hezbolá, Hassan Nasrallah: este partido-guerrilla ha visto muy reforzado su papel y mejorado su status político en Líbano con el acuerdo que la semana pasada permitió encauzar la crisis política y, en primer lugar, nombrar por fin un presidente de consenso.
Actualizado: GuardarEl ejército israelí reconoce que este nuevo Hezbolá, si vale decirlo así, se ha recuperado por completo de su guerra con Israel de hace casi dos años, que le dio un aura incomparable en el mundo árabe y ahora pretende aplicar una política constructiva y paciente en el escenario local, hacerse una imagen positiva a la que conviene también el canje. Un Beirut jubiloso y pre-veraniego recibe con agrado todo lo que sea arreglo, acuerdo y normalización. El gobierno israelí sabe que dejar salir a Kuntar es pagar un alto precio social, pero lo compensará de sobra con la vuelta de sus dos soldados. Al primer ministro Olmert, en dificultades en otros campos, no se hará un gran reproche sobre el particular, como probarán pronto las encuestas si finalmente hay intercambio. Y, en fin, al fondo quedará pendiente el caso de otro soldado capturado por el enemigo, el cabo Shalit, en manos de Hamas. Su liberación eventual costará, en cambio, la de cientos de palestinos, como ha sucedido en otras ocasiones idénticas. Ahí el problema para Israel será, en el registro político, saber si debe incluir a algunos pesos pesados como Maruan Barghuti, potenciales interlocutores en una negociación global.