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DETENIDO. Juan B. G. cuando acudió al juzgado de El Puerto. / A. V.
Ciudadanos

Decretan prisión sin fianza para uno de los sospechosos por la oleada de violaciones

A Juan B. G. le imputan una única agresión perpetrada en Puerto Real

SILVIA TUBIO
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Había comparecido ante la jueza del nº 2 de El Puerto para que aclarara su supuesta implicación en una violación cometida en ese municipio, por la cual fue condenado el ya conocido preso de la prisión de Topas (Salamanca), Rafael Ricardi. Pero en la mañana de ayer fue de nuevo interrogado, en esta ocasión en los juzgados de Puerto Real, por una de las diez agresiones sexuales que según la Policía Nacional supuestamente cometió entre los años 95 y 2000. Se trata de un ataque denunciado en 1998 y en el que la víctima fue abordada y vejada en las inmediaciones de la estación puertorrealeña. Tras su declaración, el juez decretó un auto de prisión incondicional que no modifica su situación actual, ya que Juan B. G., de 53 años, ya estaba en la cárcel por una causa diferente.

Hasta el día de ayer, no se habían adoptado medidas cautelares con respecto a Juan B. G. porque dada su condición de recluso en Puerto II, no existía premura en el cumplimiento de plazos legales como en el caso de cualquier ciudadano libre que es detenido. Este individuo dejó de ser una persona completamente anónima desde el pasado 11 de abril, cuando unas pruebas de ADN lo vinculaban directamente con un caso de violación sin esclarecer ocurrido en 1998 en Puerto Real.

En su día, los agentes que investigaron esta agresión recogieron del escenario del crimen -en concreto de una hoja de arbusto- unos restos de semen que casi diez años después fueron identificados gracias a la nueva base unificada de ADN que comparte los Cuerpos de Seguridad. Ésta es la única prueba directa que implica a Juan B. G. con una serie de agresiones sexuales que nunca fueron aclaradas. Pero la Policía fue más allá, y basándose en el modus operandi, sostuvo que este hombre no sólo participó en este ataque donde sí existen evidencias como el ADN, sino en los restantes nueve casos que aún estaban pendientes de encontrar culpables. Para llegar a esta conclusión alegaron que en todas las violaciones actuaron supuestamente las mismas dos personas y de la misma manera: Juan B.G. y el otro sospechoso que también fue apresado Fernando P. G., del cual hallaron restos biológicos en otras cuatro víctimas, entre ellas la que violó, según la sentencia dictada en 1996 por la Audiencia Provincial, Rafael Ricardi en compañía de otro individuo que no pudo ser identificado en ese momento.

Cinco causas sin reabrir

Pese a que la Policía Nacional dio por esclarecida las diez violaciones, tan sólo se han reabierto judicialmente cinco de ellas. Esto se debe a que tan sólo existen pruebas, en forma de ADN, en cinco escenarios. Ahora está en manos de los jueces de Instrucción, de Puerto Real y El Puerto, la decisión de sumar el resto de causas si consideran solventes los indicios aportados por los investigadores. Por ese motivo, Juan B. G. fue sólo interrogado ayer sobre el ataque denunciado en Puerto Real en 1998. El imputado no se negó a declarar, pero tampoco reconoció su autoría.

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