Hay que saber esperar
Cada día que pasa medito un poquito; el por qué de esto o de aquello, o lo demás allá. En la vida hay que «saber esperar», como el sembrador que siembra el trigo y espera a que la semilla eche raíces y crezca como cada año, y salga la hierba, y por encima de la hierba crezca el trigo, y el sembrador recoja su fruto por haber sabido esperar a que este lista la cosecha; pues lo mismo nosotros las personas tenemos que saber esperar a que nos llegué lo que Dios nos tenga predestinado en esta vida, ya sea para bien o para mal, que todo llega. Pero no debemos precipitarnos ni correr, y saber esperar como esperan los buenos agricultores a que le llegue la cosecha.
Actualizado:Cada ser que habitamos en la tierra tenemos un destino, puesto por La Divina Providencia, y ese destino hay que saberlo esperar y no vivir todos los días en vilo, en el que pueda pasar mañana o al otro. Todo llega a su debido tiempo y en Los Evangelios nos dicen que hay que «saber esperar», lo que muchos de nosotros no sabemos hacer; esperar a lo que la vida te vaya llevando su destino, que para lo bueno o para lo malo todo llega, y eso lo tengo más que comprobado con actos y acciones.
El hombre en la tierra esta puesto para que dé sus frutos también, y no para que caiga al suelo y no dé cosecha, eso es ir en contra corriente de La Divina Providencia. Cuando somos pequeños todos los días vamos creciendo un poquito de nuestra vida y todo va llegando, el juego, el colegio, el bachillerato las carreras universitarias, cada día que pasa nos llega algo nuevo a nuestras vidas por eso hay que «saber esperar».
Luego nos llegará la hora de contraer matrimonio y nos llegarán los hijos, a los que tenemos que esperar con los brazos abiertos y hacer de ellos que se hagan hombres buenos sembradores, claro enseñándole de antemano que tienen que «saber esperar» los designios de Dios.
Manuel Enríquez Becerra. Jerez