'Chikilibluf'
Era realmente impresionante oír a Jose Luis Uribarri -¿con las bragas en la mano?- explicando a la audiencia de TVE-1, la otra noche desde Belgrado, que el puesto de Chikilicuatre en el festival de Eurovisión era muy digno y que, además, habíamos enseñado a Europa que España no es sólo sol y toros, sino también sentido del humor (?). La gigantesca ficción orquestada por TVE y Buenafuente en torno a este asunto llegaba incluso hasta negar la evidencia.
Actualizado: Guardar«Hemos triunfado bastante», decía Chikilicuatre después de su fracaso. Fracaso, sí: quedar decimosexto entre veinticinco participantes es un fracaso. Sobre todo cuando previamente nos han dado la tabarra hasta la extenuación con el discurso de que esto, y no otra cosa, es lo que había que llevar al festival para poder competir. ¿Hay que recordar las cosas que nos han estado diciendo? Que ahora Eurovisión es así. Que «el candidato elegido para representar a España es fruto de la diversidad y del mestizaje que caracteriza hoy casi todas las manifestaciones artísticas» (Eva Cebrián, capitoste de TVE).
Que frente al turbio tongo franquista de Massiel, ahora teníamos al chikichiki de la democracia zapateriana (Iñigo y derivaciones). Que «seguro que quedamos entre los cinco primeros» (Chikilicuatre, la semana pasada). Que quienes critican al chikichiki «o son tontos y no entienden el juego o lo hacen por envidia» (el doctor Buenafuente). Incluso se puso a disposición del fenómeno al Instituto Cervantes para promocionarlo.
Lo último que hemos leído sobre el particular ha sido, en la web de Buenafuente, una encendida defensa de su derecho a hacer una gamberrada e ir «contra el sistema». Curiosa forma de ir contra el sistema: más de medio millón de descargas del chikichiki para móvil en dos meses -y me faltan los datos del mes de mayo- a 1,20 euros más IVA cada una; de los 3,60 euros que hay que pagar para cada descarga completa (porque hacen falta tres operaciones), los inventores del chikichiki se llevan dos euros. También debe de ir «contra el sistema» la promoción publicitaria de La Sexta (a través de Publiseis) con el merchandising de Chikilicuatre, incluido el pack de quincalla completa a 40 euros el conjunto. Y ya no hablemos de discos y derechos de imagen varios, que son tradicionales operaciones antisistema, ¿verdad?
Todo esto, faltaría más, tampoco tiene nada que ver con el hecho de que el director de TVE haya sido antes director general de El Terrat, es decir, de la promotora de Chikilicuatre. Al final, la impresión que a uno se le queda es que aquí hay una cuadrilla que ha hecho un negocio excelente envolviéndose en retórica progre y con el trampolín de la primera televisión pública del país. Pero quizás el problema no está en que pasen estas cosas, sino en que a nadie le importa un bledo.