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PAN Y CIRCO

La gota que colma el vaso

KEKO RUIZ deportes@lavozdigital.es
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ue todavía pueda existir alguien que se crea que los actuales gestores del Cádiz están capacitados para encauzar el rumbo de una nave que va a la zozobra sin que nadie mueva un dedo por evitarlo es tan impensable como que Spielberg, Lucas y Ford den por sentado que habrá un quinto Indy. La comedia en la que se ha transformado la presente temporada ofrece ahora guiños tan patéticos como el del que formó parte el presidente, esta semana, en una televisión local. También nos esperan episodios gastronómicos como el de hoy cuando los más tragones se consuelen con una porción de pizza, ajenos al drama que se está viviendo sobre el terreno de juego. Que todavía exista alguien que crea que con el actual cuerpo técnico vamos a algún sitio es que no tiene ni zorra idea de fútbol. Hemos llegado a un extremo en el que cualquiera puede ser entrenador del Cádiz y así nos está luciendo el pelo esta campaña. Inocentes los que pensaron que con Oli ya habíamos tocado techo porque de ellos será el reino de los disparates y en este club vamos a uno por semana. Resulta muy triste ver como aquéllos que fueron jóvenes veinteañeros en el Cádiz de los 80 han pasado dos décadas más tarde a ser unos profesionales del montón que juegan a ser dioses con el dinero y la ilusión de una afición que ya no sabe a quién encomendarse o a quién descalificar para que este interminable listado de frivolidades toque a su fin. Se equivocan, tanto en las formas como en el contenido, los que pierden el tiempo y los modales para exigirle a los futbolistas que suden la camiseta amarilla hasta la extenuación. El problema de este Cádiz no es de cojones; más bien de clase, de maneras, categoría, estilo, profesionalidad; virtudes que no hace tanto se podían vislumbrar por los despachos de Cánovas del Castillo, pero que se han ido perdiendo por el camino a Carranza sin que nadie se haya molestado en recuperarlas.