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Las bodegas resisten a los nuevos tiempos

La solera en la empresa familiar gaditana la marcan las bodegas portuenses, sanluqueñas y jerezanas. Aunque las multinacionales no han echado pocas redes sobre los vinos más famosos del Marco, el resultado por ahora es favorable a la defensa.

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Sólo Domecq, de entre las más grandes, cayó en manos ajenas y sus distintos productos han sido repartidos. Osborne mantiene en la dirección a los herederos de aquel inglés que llegó a El Puerto en el cruce de los siglos XVIII y XIX, aunque las participaciones de otras compañías son también cada vez más fuertes. Un caso singular es el de Williams and Humbert, en el que la familia Medina llegó a perder la mayoría cuando se asoció con la holandesa Ahold; hoy día pertenece por completo a la dinastía originaria.

Otra historia de reconquista la ha protagonizado el omnipresente José María Ruiz Mateos, que va recuperando viejos dominios poco a poco.

Caballero, Barbadillo, González Byass... Los apellidos del primer día continúan en los consejos de administración y en las sillas de decisión. Tras una andanada brutal en los años noventa, el viejo axioma de que no hay nada como el hogar prevalece en las bodegas gaditanas.