La fractura interna del PP llega a las bases con abucheos a Rajoy
El dirigente del partido dice que hay que encontrar fórmulas para integrar las distintas formas de ver la vida
Actualizado: GuardarMariano Rajoy dio ayer el puñetazo en la mesa que los suyos le pedían. Retó a sus críticos a que den «un paso adelante» y presenten una candidatura alternativa la suya para el congreso de junio en vez de provocar turbulencias internas. Se mostró convencido de que la crisis que atraviesa el PP no obedece a razones ideológicas, sino que es fruto de los enredos de algunos «que están intentado que no me presente (candidato) a la presidencia del partido, pero eso no va a ocurrir». Y por si no quedó claro, remachó: «no voy a tirar la toalla».
El PP vivió ayer una situación inédita en su historia, y en la de las demás fuerzas políticas; un grupo de militantes y simpatizantes se manifestó a las puertas de su sede de la calle Génova de Madrid para protestar contra el presidente del partido. Provistos de pitos, megáfonos y pancartas, los manifestantes exigieron la dimisión de Rajoy, mostraron su respaldo a María San Gil y José Antonio Ortega Lara, y organizaron un buen alboroto del que el presidente del PP, reunido en la segunda planta del edificio, ni se enteró. No los oyó, pero sabía que estaban debajo.
Acompañado de Soraya Sáenz de Santamaría, en su condición de mano derecha del líder, de Alberto Ruiz-Gallardón, en su condición de alcalde de Madrid, y de Jorge Moragas, en su condición de no se sabe qué, Rajoy pronunció el discurso más rotundo de las últimas semanas. «Si alguien quiere presentarse (como candidato al congreso) que dé un paso adelante y lo diga», desafió harto de las críticas y movimientos conspirativos de los dirigentes críticos con su gestión. Aseguró que el que se postule no sufrirá ninguna represalia: «simplemente intentaré ganarle», sentenció.
Rajoy reconoció que el PP vive momentos «difíciles, de mucha incertidumbre y muy dolorosos», pero descartó que se trate de un «problema de ideas». «No voy a tirar la toalla como pretenden algunos desde fuera», abundo, y en un intento de exonerar a los dirigentes del PP y no ahondar las heridas atribuyó todo a una maniobra orquestada por ajenos al partido, en referencia a determinados medios de comunicación.
El líder opositor también intentó justificar algunos de los silencios que exasperan a sus colaboradores ante las andanadas que recibe desde los sectores críticos. A veces, vino a decir, «no es positivo hacer una batalla en los medios (de comunicación) y contestar a todo lo que se está diciendo». Rajoy, sin embargo, consideró que ayer debía responder para decir basta. Se reafirmó en la necesidad de adecuar el discurso y la estrategia de su partido a «los tiempos que corren» para ganar las próximas elecciones. Está convencido de que, sin renunciar a los principios, el PP tiene que ser otro después del congreso de Valencia, porque el inmovilismo conducirá a una nueva derrota. Por tanto, dijo, es «inevitable» introducir «cambios». Estas innovaciones, agregó, afectarán tanto a la estrategia como a los equipos directivos. En este sentido, anticipó, para aplacar a críticos y disidentes, que intentará «integrar a todos» en su candidatura para que «todos» se puedan sentir identificados con ella.
'Devuélvenos el voto'
Rajoy también apuntó que el PP tiene que cambiar una de sus señas de identidad de los últimos cuatro años y volver a ser una fuerza capaz de pactar. «No podemos decir que no podemos hablar con nadie», subrayó aunque también dijo «comprender que haya gente (dentro del PP) que no quiera llegar a ningún acuerdo».
Defendió que el PP tiene que ser una fuerza «reformista, de centro», pero «adaptándolo a la realidad» porque la sociedad «cambia». «Hay muchas formas de ver las cosas y tenemos que integrar a las distintas formas de ver la vida», afirmó el presidente del PP, siempre ajeno al griterío de la calle aunque sin duda nervioso ya que se trabucó en varias ocasiones. No era para menos. Doscientos militantes y simpatizantes del PP exigieron a gritos su dimisión. Los manifestantes, convocados por 'sms', defendieron los «principios» del partido opositor y expresaron su apoyo a María San Gil, Ortega Lara, y en menor medida, a Esperanza Aguirre. Había convocadas dos concentraciones, una a favor de la dirigente vasca y contra Mariano Rajoy, y otra para respaldar al presidente del PP. Los primeros ganaron por incomparecencia de los segundos. Se mezcló gente de todo tipo y condición; los había del PP y del foro de Ermua, y no pararon de exigir a gritos durante una hora la dimisión de Rajoy y de Alberto Ruiz-Gallardón.
El grito más coreado, 'Devuélvenos el voto', se profería con la furia de los desengañados por los «traidores y cobardes» presidente del PP y alcalde de Madrid. Ambos fueron pareja de hecho para las iras de los simpatizantes despechados, 'Rajoy y Gallardón, fuera del PP', decía una artesanal pancarta de las muchas que se exhibieron.
Llegaron también momentos de desconcierto cuando por la puerta del garaje de la sede salieron tres coches a toda velocidad. Algunos pensaron que era Rajoy, no lo pudieron comprobar por las ventanas tintadas de los vehículos, pero por si acaso una mujer atizó un paraguazo a uno de los coches. Así estaban los ánimos. Y hoy, segunda parte: nueva convocatoria anónima contra Rajoy a las cinco de la tarde y en el mismo sitio.