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ANÁLISIS

Son muchas más

Un 40% de mujeres ha perdido el deseo sexual. Me parece un porcentaje bajo si hablamos de mujeres casadas o que llevan ya años de relación. Sin más estudio que la experiencia de nuestra consulta, podríamos asegurar sin equivocarnos que las afectadas son muchas más, tal vez un 65% o un 70%.

LOURDES LAVADO
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Los tiempos parecen haber cambiado. Da la impresión de que vivimos una época de mayor libertad y deseo se-xual porque por todas partes nos invaden imágenes y mensajes de corte erótico. Pero la realidad de la alcoba es muy distinta. Ellas siguen asumiendo toda la responsabilidad de la pareja y acaban por sentirse solas. Ellos se despreocupan y tienden a ver a sus compañeras sólo como las madres de sus hijos.

Hombres y mujeres viven de muy distinta manera la sexualidad. A las niñas se las educa para ser buenas, para responder a un modelo más bien tradicional de ma-dres y esposas. Esa idea, está claro, no se corresponde con el estereotipo de una despendolada sexual. Nada que ver con la imagen que tenemos de la maternidad, asociada a la pureza y ajena a todo placer. Sobre ellas caen además todas las responsabilidades: la casa, los hijos, la familia. Muchas veces di-cen no al sexo porque para ellas ésa es su única parcela de poder.

La mujer busca un compañero de vida agradable, educado y bien parecido. Se enamora del chico bueno, que lo es tanto -y tan irresponsable- que acaba viéndolo co-mo a un niño. Lo deserotizan y descubren que quien de verdad despierta su apetito es el chico malo, de aspecto rudo y pinta de camionero.

Físicamente, les ocurre al revés que a los hombres, que hormonalmente están preparados para el sexo. La testosterona lo favorece. Ellos tienden a buscar pareja entre mujeres puras, candidatas a madres de sus hijos, no a pa-rejas sexuales. Al verlas co-mo madres, no se atreven a pedirles lo que sí pedirían a una compañera de cama. La relación sexual acaba limitándose al coito, tan rápido y tan insatisfactorio que se termina por eludir.

Vivimos, además, a un ritmo frenético. No es casual que cada vez veamos más casos de hombres con pérdida de deseo sexual. Se alejan, se descuidan, se meten en la cama sudados, sin limpiarse los dientes, con la camiseta rota... No es fácil despertar así el deseo de una mujer que se mete a la cama aseada, limpia y pura.

¿Qué hacemos los sexólogos? Intentamos que la pareja redescubra el placer del sexo más allá de la penetración y el orgasmo.

Buscamos desgenitalizar la sexualidad, aconsejar el contacto por el contacto, el placer de la caricia sin más objetivo. Una relación, al fin, sin exigencias.