opinión

Vuelta de Hoja | Un año de vida

Al senador de Estados Unidos Ted Kennedy, al que hace muchos años se le puso cara de superviviente, le han dicho sus médicos de cabecera y de otras partes de su organismo que sólo le queda un año de vida. El ángel de la guarda de la familia Kennedy fue acusado de desidia reiterativa. Las Parcas -que son tres iguales para hoy o para el día que ellas acuerden- prefirieron al poderoso clan. Unas veces fue Cloto, otras Láquesis y otras Átropos, que era la más baja de estatura, pero la que tenía más mala leche, las que visitaron a la familia Kennedy sin estar previamente invitadas. El último que quedaba sin recibirlas era Ted. Cuidado con Ted: su único honor era el de ser el Benjamín al revés, o sea, el que seguía durando de la dinastía. Abandonó a su mala suerte a Mari Jo. De perdidos al río o al lago aquel, que ya no me acuerdo cómo se llamaba. La dejó que se ahogara mientras él ahogaba sus penas en alcohol. Una pena.

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Ahora a Ted le han pronosticado los médicos, tras ser operado de un tumor cerebral, que sólo tiene cuerda para un año. ¿Cómo debe comportarse alguien que sabe que sólo va a vivir durante trescientos y pico días? Nos aconsejó César Vallejo que guardáramos un día para cuando no hubiera. Sin duda tendría un alto valor y procuraríamos emplearlo del mejor modo posible. Evitaríamos ocuparlo con un pelmazo o con un gilipollas bien informado de los problemas urbanísticos que, una vez solucionados por él, haría más grata la vida en su ciudad.

Mejor que saber que sólo nos queda un año de vida es saber que nos queda muy poco desde que la vida comienza. A veces la muerte viene tan callando, como en el poema de Jorge Manrique, y otras anuncia cortésmente su visita. Allá ella. Ted Kennedy, perteneciente a una familia cuyo ángel de la guarda era el más vago entre la corte celestial, debe decir: «Perdón por el retraso».