El Foro | Un cisma popular
Actualizado:La situación de Don Mariano ya está inspirando casi pena. Siempre me ha parecido un hombre honesto, virtud nada desdeñable en política, pero también carente de carisma y poder de convicción, condiciones fundamentales para quien pretenda ser líder de cualquier grupo. Es evidente que no está sabiendo gestionar el partido tras las elecciones. Parece que no tiene las cosas claras.
Tras la desaparición del «núcleo duro», los Acebes y Zaplanas, se podría pensar que Rajoy podría por fin dirigir el rumbo del partido sin lastres del pasado. Pero parece que no. El último órdago, el de María San Gil, puede que sea el más dañino para el gallego. Y puede serlo porque San Gil es una mujer que siempre se ha caracterizado por ser clara en sus posiciones.
La que fuera asesora de Gregorio Ordoñez se metió en política después de presenciar el asesinato de su jefe mientras almorzaban juntos. Esa valiente actitud dice muchísimo de una persona. No es, como tantos otros, un estómago agradecido viviendo de la política. Defender la unidad de España en el País Vasco significa sentir a diario la amenaza de los asesinos.
Cuando hace unos días rehusaba redactar la ponencia política para el próximo congreso del partido ya abría una nueva herida a Rajoy. Detrás de esta decisión está, según explicó, la «pérdida de confianza» en el líder. Y puede que, también, algunos cambios en el ideario popular, como la posibilidad de tener a los nacionalistas como amigos.
El cisma del PP está servido y, por mucho que Rajoy se empeñe en lo contrario, el ciclo está acabado. Sería bueno que en el congreso los militantes tuvieran alternativas. El continuismo en el partido significaría, muy posiblemente, nuevos fracasos electorales.