Alonso marca el séptimo mejor tiempo en medio del glamour monegasco
El asturiano se quedó a un segundo de la cabeza en los entrenamientos libres Una salida de pista dañó su monoplaza
Actualizado: GuardarEl hechizo de Mónaco simula la llamada del muecín a la oración. Un sortilegio invisible convoca a los feligreses, que acuden a esta carrera atraídos por la leyenda y el lujo. El único paraje imprescindible en la Fórmula 1 es Mónaco por una bien ganada fama que combina el paraíso del azar, el dinero, el mar, los yates y los coches. En ningún otro punto del calendario se dejan ver tanto ilustre del celuloide, las finanzas, la canción o el deporte.
El primer personaje que no quiso perder comba en la lista de invitados fue el presidente de la FIA. Max Mosley regresó a la circulación un mes y medio después de que un periódico inglés revelase, con el DVD en la mano, la afición por las orgías de tinte nazi del mandatario. En Bahrein fue vetado por la familia real, propietaria de un treinta por ciento del equipo McLaren, pero Mónaco es su lugar de residencia.
«No puedo hablar. Estoy muy ocupado», afirmó el dirigente cuando se le requirió. Será juzgado el próximo día 3 en una reunión en París donde votan 222 representantes y la pelea se anuncia encarnizada. En una reciente carta abierta, Mosley apuntó que Bernie Ecclestone estaba intentando apoderarse de la Fórmula 1. La respuesta del supremo apunta a serias turbulencias en los despachos. «Espero que no sea una declaración de guerra porque, si eso es lo que el mensaje representa, tendremos que defendernos nosotros mismos».
Sin preocupaciones de este estilo y con el aire festivo que le caracteriza, en Mónaco se dejó ver Iker Casillas. El portero del Real Madrid se desplazó a Mónaco para compartir mesa y mantel con el piloto asturiano, con el que ha congeniado desde que le invitó a jugar el partido a beneficio de la malaria el pasado invierno.
Parece obligatorio rodearse de cierta sofisticación para presentarse en Mónaco. Lewis Hamilton, por ejemplo, va a lucir un casco con diamantes. Y fue invitado por George Lucas para asistir en Cannes a la última entrega de Indiana Jones.
El principio del fin
Fue aquí, en la bahía del Mediterráneo, donde hace un año comenzó a torcerse la relación entre Alonso y McLaren-Hamilton. El español ganó la carrera, pero el entonces novato acusó a su equipo de favorecer al doble campeón mundial. Ya nada volvió a ser lo mismo en los entresijos de McLaren.
Alonso ha ganado los dos últimos años en Mónaco, pero repetir sería casi milagroso. Lo certifican sus tiempos de ayer (los libres se celebran los jueves). Fue sexto en la primera sesión y estrelló su Renault contra las protecciones en la segunda. Fue en la primera curva, Santa Devota, al comenzar la subida. Se quedó sin el alerón trasero y tuvo que entrar en los garajes para que le reparasen el coche.
En Ferrari, por cierto, se ha detectado un caso de tuberculosis en uno de sus empleados, aunque el brote ha sido calificado como «leve». El mejor aliado de Alonso es el tiempo. El esplendor natural de Montecarlo, su luz y color estilo Tour, se ve empañado por las previsiones. Amenaza lluvia mañana en la clasificación y también el domingo en la carrera. Ya se sabe: agua es sinónimo de caos y sorpresa en este mundo tan cartesiano.