Desmantelar ETA
L a detención de «la persona con más peso político y militar de ETA», en palabras del ministro Rubalcaba, y de otros tres miembros con responsabilidad en la cúpula de la banda terrorista se convirtió ayer en la mejor noticia que la ciudadanía podía esperar tras el incremento de la actividad etarra de las últimas semanas y, especialmente, tras los asesinatos de Isaías Carrasco y de Juan Manuel Piñuel. El éxito de la cooperación hispano-francesa y, en especial, de la tarea desarrollada por la Guardia Civil contribuye a subrayar la debilidad de ETA precisamente en el momento en que ésta trataba de demostrar lo contrario. Ha sido el inmovilismo asesino de ETA el que ha acabado demostrando que la única estrategia democrática cabal frente al terrorismo etarra es la que se proponga como objetivo su derrota. Pero, además, los hechos no sólo demuestran que la derrota es el único objetivo plausible. Demuestran también que es posible alcanzarlo; que es posible empujar policialmente a ETA hasta su desistimiento final.
Actualizado:La satisfacción general por las detenciones de Burdeos convirtió la sesión de control del Congreso en expresión de la coincidencia que se abre paso en materia anti-terrorista entre el PSOE, el PP y el resto de fuerzas parlamentarias. En contraste con ello, el escepticismo mostrado sobre la relevancia de la operación policial por parte del portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, y del consejero de Justicia del Gobierno vasco, Joseba Azkarraga, resulta tan incomprensible que sólo puede responder al debilitamiento de las fórmulas de solución política a medida que se hace patente la debilidad de ETA. El Estado está obligado a procurar la detención y puesta a disposición de la Justicia de todas aquellas personas que integran ETA, y cada triunfo en ese terreno constituye un paso irreversible de la democracia hacia la desaparición definitiva de la violencia asesina. Durante meses la acción policial impidió que la banda terrorista pudiera cometer los atentados que tenía planeados, bien mediante su presencia disuasoria, bien por el éxito alcanzado por determinadas líneas de investigación. Sin embargo, tanto el hecho de que al final ETA ha conseguido atentar mortalmente por dos veces, como la viabilidad de una estrategia que conduzca a la derrota del terrorismo etarra, obligan al Estado de Derecho a perseverar en una acción más expeditiva contra la banda. No se trata sólo de hacer realidad la advertencia de que los terroristas únicamente pueden esperar la detención y la cárcel. Es necesario que comprendan que los resortes del Estado están actuando para acabar en el plazo más breve con la amenaza terrorista. Como es necesario que la colaboración francesa sea cada día mayor y más consecuente con el hecho incontrovertible de que los activistas de ETA continúan operando con demasiada soltura allí para atentar en España.