CRECIDO. Obama se dirige a universitarios en Montana.
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Obama clama su triunfo moral

El senador de Illinois vuelve a Iowa para celebrar su mayoría de delegados electos en el lugar donde abrió la campaña

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Se jugaban Oregón y Kentucky, pero Barack Obama no esperó los resultados en ninguno de estos dos estados. Ni siquiera en alguno de los que faltan por votar -Puerto Rico, Dakota del Norte y Montana-. Al cruzar la mayoría de delegados electos el candidato de color quiso celebrarlo en el lugar donde empezó su «viaje improbable», como solía decir en Iowa. Con el Capitolio de Des Moines de fondo, los estadounidenses pudieron ver al fin el aspecto de esta ciudad en primavera, acostumbrados a seguirla cada cuatro años bajo el hielo. A su lado, esa pequeña oficina que en navidades tenía un muñeco de nieve en la puerta con el cartel de Obama y el eslogan de su campaña: «Hope» (Esperanza).

Para el equipo de voluntarios de Iowa que hizo posible el sueño, el 3 de enero terminaron ocho meses de arduo trabajo, pero con aquella insospechada victoria que dejó tercera a Hillary Clinton empezaba la campaña de Obama en el resto del país. «Será una forma fenomenal de cerrar el círculo», adelantó Obama a The New York Times.

Desde que sentenciara la contienda con una rotunda victoria en Carolina del Norte y convirtiese en pírrica la de Clinton en Indiana, sus asesores habían avisado que el día 20 clamarían «victoria» en la contienda demócrata gracias al anticipado triunfo en las primarias de Oregón. Ese aire triunfalista antes de alcanzar los 2.025 delegados que se requieren para la nominación pronto le valió el calificativo de presuntuoso y arrogante, por lo que en los últimos días el candidato ha intentado bajar el tono. «Lo que significa es que los votantes nos han dado la mayoría de los delegados que pueden elegir, y en eso consiste el proceso de primarias y caucus», precisó Obama.

El senador de Illinois reconoce que no tendrá pleno derecho a alzarse con el título hasta que haya logrado también suficientes votos de los notables del partido -superdelegados- para alcanzar los famosos 2.025. Lo que espera es que la nueva marca les convenza de que no hay vuelta atrás. A estas alturas resulta un hecho inevitable que Obama sea el que gane más votos, más estados y más delegados electos. También supera ya a Clinton en superdelegados.

Si la aristocracia del Partido Demócrata usara su voto de calidad para revertir la voluntad popular sería un suicidio político, ya que los votantes traicionados probablemente abandonarían a la formación en las generales de noviembre.

De ahí que pese a la cautela del candidato su campaña pusiera sobre aviso a sus seguidores para no perderse el discurso de anoche. «Asegúrate de estar viendo la televisión. El pueblo ha hablado y ha dicho que está listo para el cambio», apremiaba el e-mail. Y a continuación, el motivo por el que Obama tiene tanta prisa en zanjar la disputa: «A medida que ganamos una contienda, nos apremia el siguiente reto: el presidente Bush y el senador McCain ya han comenzado a coordinar sus ataques contra Barack Obama para poder extender sus fallidas políticas a un tercer mandato».

Para el senador de Illinois, continuar con la campaña en las primarias es una distracción del verdadero objetivo, ganar las generales de noviembre. «¿Misión cumplida? ¿No tan rápido!», contraatacó la infatigable ex primera dama, con su flamante triunfo de Kentucky bajo el brazo. El comunicado calificaba el discurso de Obama de «una bofetada para los estados que faltan por votar y los diecisiete millones de personas que lo han hecho» por ella. «Declarar 'misión cumplida' no lo hace realidad», insistió en recuerdo de la infame frase con la que George W. Bush quiso poner fin a la guerra de Irak hace ya más de cinco años.