Calle Porvera | Terrorismo doméstico
Sigue habiendo muertos de primera y muertos de segunda. Así de claro lo expresaron muchos de los asistentes a la concentración de repulsa por el asesinato de María Juana López, a cuyos familiares les hubiera gustado verse mucho más arropados en su denuncia de esta lacra social. Tal vez sólo pedían que la condena, el rechazo y el respaldo a las víctimas fueran tan unánimes y tan amplios como se pudo ver apenas unos días después en los actos por la muerte a manos de ETA de un guardia civil en Legutiano.
Actualizado:Los asesinatos de ETA llenan todos los telediarios más allá del único día que se le concedió a la tragedia de la víctima jerezana, los partidos políticos dan pasos para firmar pactos de Estado y son la comidilla de todas las tertulias. Y no crean que infravaloro el drama, sé que la violencia de la banda terrorista tiene herido de muerte al País Vasco y amedrentados a muchos de sus ciudadanos. Pero el terrorismo doméstico nos toca de cerca a todos, puede pasarle a cualquiera, puede estar pasando en la puerta de al lado, y también debería movilizar a los líderes y remover las entrañas del sistema.
Pero en la concentración por la muerte de María Juana López a manos de su ex pareja no hubo ni un representante del Gobierno central, ni un diputado nacional de la provincia o de la ciudad -que los hay y sí que se hicieron notar en la concentración contra ETA en Jerez- y ni uno solo de los miembros del nuevo y tan cacareado Ministerio de Igualdad, que tiene entre sus principales funciones acabar con este problema que sólo aquel sábado 10 de mayo acabó con la vida de dos mujeres. ¿Dónde estaban la gaditana Bibiana Aído y los suyos?, preguntaban los que pedían que María Juana no fuera un número más.
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