«Se nota que llegó la crisis»
Las ventas se han reducido en un 30% y los dueños de las pescaderías compran ahora lo justo en las lonjas para darle salida
Actualizado:«El viento también influye». De esta forma tan gráfica justificaba ayer Antonio Molina, pescadero del puesto El Malagueño, en Cádiz, el descenso en los mostradores de las plazas de abastos de algunas especies autóctonas del Golfo de Cádiz. «Cuando sopla el aire no se sale a faenar». Es la otra causa del descenso.
No obstante, para conocer el verdadero estado de la economía local o nacional, no hace falta estudiarse los últimos datos macroeconómicos del Gobierno o repasar gráficas de índices de precio al consumo. Basta con dar una vuelta por el tradicional mercado de abastos para darse cuenta de que la economía no se encuentra en su mejor momento.
Este sistema lo conoce bien el pescadero, Manuel Lara, que lleva cerca de treinta años al frente de su puesto en el mercado de El Puerto. Lara reconoce que «las ventas se han reducido en los últimos meses cerca de un 30%. La gente no tiene dinero, y por tanto, no compra».
Este vertiginoso descenso de las ventas ha provocado un grave daño colateral. «Hemos tenido que bajar los precios hasta límites insospechados. Y aún así, muchas veces nos terminamos quedando con el género», explica este pescadero. Paqui Rodríguez, dependienta del puesto de Los Hermanos Muñoz, explica que «el pescado fresco es un género perecedero que no puede almacenarse como ocurre con la carne». Por eso, cada vez más, los minoristas son más cautelosos a la hora de hacer las compras.
«Antes solíamos comprar dos cajas de acedías de forma habitual. Actualmente, compramos tan sólo una y nos cuesta una barbaridad darle salida», explica Rodríguez.
Las causas de este paulatino descenso de las ventas son atípicas y variadas. «Cada día le echamos la culpa a alguien. Los lunes se lo atribuimos a que es el primer día, los martes al mercadillo y los sábados a las comuniones. La única certeza absoluta es que cada día ganamos menos», indica la dependienta.
Sin embargo, la causa a la que alude todo el mundo es la misma. Se trata de algo que está ahí, pero que no se ve. «La crisis». De hecho, aunque la aglomeración de gente en el mercado sigue siendo la tónica general, los consumidores no se lanzan a por los productos que necesitan de forma automática sino que se fijan detenidamente en los precios de cada puesto.
Una consumidora habitual del mercado da con otra clave. Los hábitos están cambiando y la gente ya no consume el pescado fresco. María Antonia Gutiérrez explica que «hace tiempo que me decanté por el pescado congelado. No posee las mismas cualidades que el fresco pero es más barato y mas conveniente a la hora de dar de comer a toda una familia».