Obama bate a Kennedy y DiCaprio
El candidato demócrata marca un récord al reunir a 72.000 personas en un mitin Una victoria hoy en Oregón le permitiría obtener la mayoría de delegados electos
Actualizado:Bajaron de las montañas verdes que rodean Portland, cruzaron el río, se apostaron en los puentes y remaron hasta la ribera del Willamette. En total, 72.000 personas asistieron al histórico mitin de Barack Obama en el parque Tom McCall, donde el candidato demócrata batió el récord de todos los tiempos. La marca política la había sentado el mítico John F. Kennedy en septiembre de 1960 al reunir a 35.000 personas, lo mismo que lograse Obama en Filadelfia el mes pasado, pese a ser sólo unas primarias.
El libro de los récords incluye también el mitin que otro hijo demócrata de Massachusetts, John Kerry, diera en este mismo entorno hace cuatro años. Pero la mayor parte de las 45.000 personas que acudieron entonces no iban tanto por Kerry como por las dos estrellas de rock y de cine que le acompañaban: el actor, apóstol del medioambiente, Leonardo DiCaprio y el rockero Bon Jovi.
El domingo las únicas estrellas en la vida de Obama sobre el escenario fueron, fugazmente, su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha. «¿Guau! Guau! Guauu», exclamó el candidato cuando oteó desde la tarima la interminable multitud que se extendía por la orilla del río y el desfile de barcos. «Es justo decir que este es el escenario más espectacular para la multitud más espectacular de esta campaña», sentenció.
Según el cálculo del Departamento de Bomberos de Portland, 60.000 personas se comprimían entre las vallas de la policía y otras 12.000 observaban desde los barcos y puentes que rodean el paradisiaco enclave. Más de un kilómetro de bicicletas espontáneamente alineadas en pie sobre las vallas del río enviaban una señal a los políticos: ningún candidato que quiera ganar Oregón puede irse de Portland sin hablar del carril bici.
Y así es como Obama desató los mayores rugidos de la masa cuando pidió que el país siguiera su liderazgo en transporte público y carril bici. En la progresista Oregón, con ciudades como Portland, la segunda más ecológica del mundo, sus promesas de defender los derechos humanos, respetar las libertades civiles, invertir en energías alternativa y subir el salario mínimo con la inflación «en vez de cada diez años», resonaban bien con la audiencia. «Voy a poner a la gente a trabajar a la vez que salva el planeta», dijo.
Con todo, Obama no supo aprovechar la receptividad de la audiencia, como hiciera Bill Clinton la víspera al adaptar completamente su discurso a las prioridades locales. Aklilu Debesay, un vecino de Portland, echó de menos más política exterior, un tema periférico en el interior de EE UU, salvo que trate de seguridad nacional. El senador de Illinois, que repite invariablemente su mensaje, dedicó buena parte de sus cuarenta minutos a hablar de las penurias económicas que tan bien suenan en lugares rurales como Montana, donde se encuentra hoy en preparación para las primarias que bajarán el telón el próximo 3 de junio. El precio de la gasolina preocupa menos en Portland, una de las pocas ciudades donde el uso del automóvil disminuye.
Convencidos sin voto
No todos los que se sumaron al multitudinario evento de Obama eran seguidores. La curiosidad motivaba a muchos, que no por salir convencidos se transformarán hoy en votantes. «Pensaba que la política era una causa perdida, por eso no me molesté en registrarme para votar», contó Michelle Hochkeppee, una escéptica de 22 años que hasta esa mañana no sabía nada de Obama. «Desde que Bush ganó la reelección intento irme del país lo antes posible», confesó. «Sé la imagen negativa que tiene el mundo de nosotros, pero lo que ahora me enorgullece es que por fin mis compatriotas piensen lo mismo».
Mientras Obama se preparaba para el baño de masas con el que espera completar el martes su mayoría de delegados electos, Bill Clinton y su hija Chelsea, en pantalón vaquero y camiseta negra, plantaban tomates con sus propias manos en un proyecto de voluntariado, a tono con la filosofía progresista del lugar.
El ex presidente se cuidó de no traspasar la barrera que le ha marcado el partido para permitir que su esposa siga en la contienda, atacar al contrincante, pero descargó iracundo contra los medios, a los que acusó de haber producido «la cobertura más sesgada en la historia de la política estadounidense».
Poco después se cruzaría, casi desapercibido en la calles de Portland, con el hormiguero que acudía al multitudinario acto de Obama. Si vio las veinte manzanas de cola para entrar al mitin se le debió amargar el almuerzo en el Mother's Bistro, donde buscaba votantes a los que estrechar la mano.