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Editorial

La razón de las víctimas

El acto de homenaje a las víctimas que, en cumplimiento de una resolución del Parlamento Vasco, tuvo lugar ayer en San Sebastián permitió enviar mensajes de calor, consuelo y solidaridad a cuantas personas han perdido a un ser querido a manos de la barbarie, y a aquellas otras que sufren las heridas físicas y psicológicas provocadas por los atentados. Pero la inasistencia a dicho encuentro de asociaciones como la AVT o Covite y del Partido Popular revela que incluso en un momento en el que las diferencias en materia anti-terrorista parecen disiparse en pos de la unidad democrática frente a la ofensiva etarra, hay muchas víctimas que reclaman una mayor consideración hacia la memoria de los asesinados o, sencillamente, se sienten despreciadas y se muestran heridas ante la ejecutoria del Gobierno Vasco.

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En los últimos años se ha producido una reacción social e institucional que ha rescatado a las víctimas del terror del olvido al que estuvieron condenadas durante largos años. Aunque, junto a este indudable avance, también es cierto que su memoria se ha visto en demasiadas ocasiones sesgada, amputada o sencillamente desposeída de su verdadera personalidad. Así ha ocurrido cuando las víctimas han sido mencionadas, sin distinciones, para exacerbar oportunistamente las diferencias partidistas. Pero también cuando se ha tratado de obviar el hecho de que los asesinados por ETA lo han sido porque desempeñaban un determinado cometido público, generalmente como servidores del orden, o porque albergaban y defendían ideas diametralmente opuestas a las de sus verdugos.

Las víctimas tienen derecho a reclamar que el asesinato de sus seres queridos no se convierta nunca en elemento de trueque político entre ETA y el Gobierno de turno. La sensibilidad de las víctimas, su especial capacidad para detectar el mal incluso cuando éste adopta formas sutiles, constituye un activo de la sociedad democrática. Y el ejercicio de la política en Euskadi incurre en demasiadas ocasiones en conductas que hieren a las víctimas. Sin ir más lejos, la proposición aprobada el pasado viernes en el Parlamento Vasco con los votos del tripartito que gobierna Euskadi y del PCTV, dando por sentado que en España se tortura y acusando al Gobierno de Rodríguez Zapatero de auspiciar tan abominable práctica, mancilló la memoria del último asesinado por ETA y de tantas otras víctimas uniformadas como él, y se hizo eco de las denuncias con las que la izquierda abertzale trata sistemáticamente de desacreditar al Estado de Derecho. La necesidad de los terroristas de hacerse las víctimas para poder justificar su oficio de verdugos no puede encontrar en las instituciones actitudes pretendidamente ingenuas que acaban haciendo el juego al mal e infligiendo a las verdaderas víctimas un daño especialmente cruel.