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«No quiero terminar en la carretera»

Liu Fhengxian se resiste a abandonar. El seísmo se llevó por delante gran parte de su hotel, en el pequeño pueblo de Qingchengshan. La comida está aún a medio hacer en la cocina del negocio de la que salió corriendo. «Afortunadamente, las habitaciones están en la planta baja, y nadie ha muerto».

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Pero el aspecto que muestra ahora, parece un milagro. Fhengxian se resiste a abandonar el edificio que también es su hogar, y duerme en la estancia menos dañada. «No quiero terminar en la carretera, como los demás. Cree que será duro levantar el negocio,per o no cejaré en el empeño. Y no me moveré de aquí», asegura. «Somos un pueblo que ha afrontado muchas adversidades . El terremoto es sólo una prueba más, y como las anteriores, las superaremos».

Menos optimista es Fhe Yufhu, residente en la localidad de Mianzhu. Su casa se vino abajo como un castillo de naipes. «En cinco segundos no quedaba nada en pie, y mi padre, que estaba dentro leyendo, quedó sepultado, pero vivo», explica esta mujer de 42 años. Desafortunadamente, los equipos de rescate no llegaron a tiempo. «Sólo duro cinco horas, las peores de mi vida». El temblor también segó la vida de los cerdos de su granja, el sustento de su vida. «Ahora sólo espero que el Gobierno nos devuelva nuestra forma de vida, que la ayuda de la que hablan en la tele sea real».