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ADIÓS. Bush parece despedirse tras su intervención en el foro económico celebrado en Egipto, donde dio por terminada su última gira por Oriente Próximo. / EFE
MUNDO

Bush desperdicia el último cartucho

El presidente de EE UU cierra su postrera gira por Oriente Próximo con la frustración de no haber logrado un acuerdo de paz en dos mandatos Insta a los países árabes a «oponerse a las ambiciones nucleares de Irán»

IRATXE GÓMEZ / AGENCIAS
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La gira de George W. Bush por Oriente Próximo no ha pasado desapercibida y finalizó ayer, tras cinco días de entrevistas con líderes regionales, con cierto aire derrotista. Al igual que el pasado mes de enero, el presidente de Estados Unidos intentó mediar por la paz y lograr un acuerdo entre israelíes y palestinos. Pero como en su anterior visita sus esfuerzos no han obtenido las respuestas deseadas. El actual inquilino de la Casa Blanca apostó hasta el final por conseguir conductas democráticas en las naciones árabes mediante el lanzamiento de mensajes de compromiso y unidad.

Bush gastó su último cartucho durante el discurso pronunciado en el Foro Económico Mundial en la localidad egipcia de Sharm el-Sheij, en el que se dirigió directamente a Israel y le instó a «suavizar las restricciones impuestas en Gaza», además de situar a Irán «en el centro de los males» de la región. En su intervención aprovechó para manifestar de nuevo su esperanza de procurar un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos antes de final de este año, cuando expira su mandato.

Antes de que finalice su presidencia, Bush se ha marcado como objetivo prioritario zanjar los dramáticos problemas que se viven en la Franja. Y como es habitual en sus planteamientos no se salió de las líneas maestras que han regido su política exterior en la zona, con tibios llamamientos a sus aliados para emprender reformas democráticas. Sin embargo, Bush sorprendió ayer con una cara distinta a la que había mostrado tan sólo unos días antes, cuando, en un discurso en el Parlamento hebreo elogió la alianza de EE UU con este país y apenas hizo referencia a las problemáticas reales que comparten con los palestinos. «Israel debe hacer duros sacrificios para la paz y suavizar las restricciones a los palestinos», reclamó, pero sin especificar a qué esfuerzos se refería.

Ante esta duda, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, explicó a los periodistas que en su reunión previa con el primer ministro palestino, Salam Fayad, el líder estadounidense se había referido a los asentamientos israelíes.

Buscar la libertad

Por su parte, Bush también tuvo unas palabras optimistas hacia los palestinos y les exhortó a combatir el terrorismo y «a seguir construyendo las instituciones de una sociedad libre y pacífica». A su vez, afirmó contundente que cree que «con liderazgo y valentía podemos alcanzar un pacto de armonía este año». Esta aseveración despertó un aplauso poco entusiasta entre la audiencia.

Su llamamiento estuvo orientado en todo momento a recuperar la confianza de gobernantes de la región, por lo que apeló a los países árabes «especialmente los ricos en petróleo, a aprovechar esta oportunidad para invertir en el pueblo palestino y superar viejos resquemores hacia Israel».

El inquilino de la Casa Blanca no dejó pasar la oportunidad de pedir el apoyo contra Irán de sus aliados, con quienes comparte un temor común hacia los aspiraciones atómicas del régimen de Teherán.

«Todas las naciones pacíficas de la región tienen interés en oponerse a las ambiciones nucleares de Irán. Permitir que el principal patrocinador mundial del terrorismo consiga el arma más mortífera sería una traición imperdonable a las generaciones futuras», advirtió. Durante su gira por Oriente Próximo, Bush mostró en todas las conversaciones que mantuvo con mandatarios su preocupación por el poder asumido por Irán, país al que definió como «centro de los problemas de extremismo y terrorismo de la región».

De hecho, sus argumentos se han inclinado a acusar a la República Islámica de encontrarse detrás de la actividad de Hezbolá en Líbano, de Hamás en los territorios palestinos y de las milicias chiíes en Irak, y que se comienza a ver también la mano de Teherán en Afganistán. Para frenar la propagación del radicalismo, el presidente de EE UU echó mano de un lema que siempre ha predicado para Oriente Próximo: libertad.

Reformas políticas

«Algunos dicen que la democracia es un valor occidental que EE UU intenta imponer en ciudadanos que no la quieren. Eso es una forma condescendiente de relativismo moral. Cuando a la gente se le permite elegir entre libertad y la alternativa, escogen la libertad», expresó. Asimismo, pidió a los países de la región que acometan reformas políticas ya que «a menudo en Oriente Próximo, la política ha consistido en un líder en el poder y la oposición en la cárcel», pese a que los regímenes que EE UU apoya con más ahínco en la región -Egipto, Jordania y Arabia Saudí- no distan mucho de este patrón.

El discurso planteado por Bush fue recibido con muy poco entusiasmo y su visita a las naciones árabes estuvo marcada por multitud de críticas mordaces, al considerarle demasiado parcial en favor de Israel. Su estancia en el Estado judío llevó a reforzar esa impresión. Por lo que la herencia que dejará a su sucesor parece estar plagada de discrepancias con el mundo árabe.