Luis Cernuda en vida y obra
'Años españoles (1902-1938)', de Antonio Rivero Taravillo, recupera la figura de uno de los mayores poetas españoles
Actualizado:Los escritores pasan a los manuales de historia de la literatura por la calidad de su obra. Sin embargo, hay veces en que el itinerario vital sobrepasa lo escrito, convirtiéndose en obra independiente que llama más la atención que la pelea cotidiana del autor con la página en blanco.
Así, por ejemplo, muchos recuerdan mejor las peripecias de Rimbaud como comerciante de armas en África que los versos de Una temporada en el infierno o saben más de Óscar Wilde por sus aventuras homosexuales -y sus posteriores desventuras- que por haber disfrutado de El retrato de Dorian Gray.
La literatura española también ofrece casos paradigmáticos: el suicidio de Mariano José de Larra, la amputación del brazo de Valle-Inclán, los matrimonios desiguales -en edad y ambición- de Camilo José Cela o Rafael Alberti o el mal humor que gastaba Luis Cernuda.
Todos estos capítulos de la novela vital de un escritor tienen su utilidad. Cuando uno se enfrenta a un auditorio poco motivado para el disfrute de lo literario, suele resultar muy socorrido para mantener la atención del respetable echar mano de lo biográfico -preferentemente de lo más morboso o escabroso-.
Si se lee, por poner un caso, el Retrato de Antonio Machado, suele funcionar muy bien, llegados a la segunda estrofa -Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido/ -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-/ -, sacar a colación aquellas palabras, probablemente falsas, que se ponen en boca de Manuel Machado acerca de la longitud extrema y antihigiénica de las uñas de los pies de su hermano Antonio que le impedía caminar sin cojear.
Biografía rigurosa
Todo esto no deja de estar dentro del chascarrillo, de la pincelada gruesa o del andar por casa. Si hablamos de biografías de escritores en mayúsculas, de estudios rigurosos, documentados y concienzudos, debemos mencionar sin duda Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938) de Antonio Rivero Taravillo, editada por Tusquets y galardonada con el XX Premio Comillas de historia, biografía y memorias.
El libro del escritor, poeta y viajero Rivero Taravillo sobre la figura de Luis Cernuda desborda lo anecdótico jocoso o morboso y marca un punto de inflexión en los estudios sobre el poeta sevillano. Nunca antes se había profundizado y documentado tanto el periplo vital de Cernuda, nunca antes se habían iluminado tantas zonas en sombra que aún quedaban sin resolver en estudios anteriores sobre la vida de Cernuda y, lo más importante, nunca antes nadie había escrito con tanta honestidad como para aceptar que, a pesar de todo el trabajo de investigación y de reconstrucción de una vida, siguen existiendo espacios de esta biografía imposibles de rellenar por el momento.
Mitos y prejuicios
Este exhaustivo trabajo que propone Rivero Taravillo, entre otras virtudes, ayuda a matizar muchas de las ideas preconcebidas que manejamos habitualmente sobre Luis Cernuda y sus circunstancias.
Por un lado, ofrece una imagen coherente de una personalidad compleja que contribuye a que el lector entienda, sin caer en juicios apresurados y superficiales, sus reacciones, sus fobias y sus filias, sus salidas de tono, todas aquellas anécdotas que desgajadas de una explicación orgánica suenan a caprichos de un ser egocéntrico.
Sin ánimo de enmendarle la plana a Freud y su tropa de psicoanalistas epigonales, Rivero Taravillo entra a fondo, dentro de lo que la documentación existente le permite, en el análisis de una infancia y una adolescencia que pueden explicar la personalidad contradictoria, diríamos ciclotímica, de un Cernuda que empieza a publicar en los años veinte del siglo pasado y que, realmente sin pedirlo ni buscarlo, se encontró incluido en una generación fundamental dentro de la historia de la literatura en español.
Sobre esta Generación del 27, llamada también de la amistad, el libro de Rivero Taravillo, al hilo de la vida de Luis Cernuda, también aclara algunas deformaciones idílicas. La lectura de la correspondencia de Cernuda y la de otros miembros de la Generación del 27 revela que tal amistad no fue para tanto y que, como en cualquier grupo humano, y más si en él hay poetas, se cruzaban cuchillos y dardos envenenados en delicada forma epistolar.
Esas cartas muestran a un Cernuda celoso de su obra, quisquilloso por una coma mal puesta, íntegro y coherente en sus posicionamientos estéticos y literarios -por lo tanto, incómodamente sincero- y solitario. Además reflejan su coquetería, su gusto en el vestir a pesar de sus dificultades económicas, que lo igualan a la postura esteticista y vital del dandy. Sin embargo, en Cernuda hallamos a un misántropo filantrópico, como lo demuestra su trabajo en las Misiones Pedagógicas republicanas o su alineación en ideas cercanas al comunismo, aunque luego derivara hacia lo que se ha llamado la tercera España, ya que supo ver en tiempo lo que otros de su generación solo aceptaron con los años, que la dignidad y la libertad del hombre están por encima de cualquier ideología que los niegue, aunque sea de izquierdas.
Finalmente, hay que destacar que la vida que aquí nos cuenta Antonio Rivero Taravillo no es un mero decorado, como suele suceder cuando recurrimos a las anécdotas biográficas de los escritores, sino una de las fuentes indispensables para entender buena parte de la producción poética de Luis Cernuda. Por eso, como recomienda el autor de Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), conviene leer este XX Premio Comillas con la obra completa del poeta sevillano al lado, para que esta biografía cumpla su función: disfrutar de la poesía.