Harrison Ford, Steven Spielberg y George Lucas (de izqda a drcha) bromean con la prensa a su llegada al estreno en Cannes. / AFP
Cultura

Indiana Jones se pone la chaqueta

Spielberg, Lucas y Harrison Ford unen fuerzas en el estreno mundial de la cuarta entrega de la saga

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El primer gran desembarco de Hollywood en las playas de la Costa Azul se ha produjo ayer con el estreno mundial, tres días antes de que llegue a las pantallas de todo el mundo (cuatro en España), de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, tardía cuarta entrega de la saga. Para el acontecimiento viajaron a Cannes dos de los hombres que han cambiado el curso del cine en el último tercio del siglo XX: el director Steven Spielberg y el productor George Lucas. Estuvieron acompañados por el principal protagonista del film, Harrison Ford, que vuelve a ponerse el sombrero y a utilizar el látigo de Indy, y del resto del reparto: Cate Blanchett, Shi LaBeouf, John Hurt, Karen Allen (que recupera el personaje que hacía en la primera de la saga, En busca del arca perdida), Ray Winstone y Jim Broadbent.

La película es lo que se esperaba, no tiene grandes sorpresas. La acción se inicia con Indy secuestrado por una unidad militar soviética en el desierto de Nevada en 1957, en plena guerra fría. Tras escapar por los pelos y sobrevivir a una explosión nuclear refugiado dentro de una nevera doméstica, regresa a dar clases a la universidad.

Allí, cuando va a ser despedido, hace su aparición un joven rockero (Shia La Beouf, fanático de las motos y con un atuendo de chaqueta de cuero que recuerda al Marlon Brando de Salvaje!), que le pide ayuda para resolver el misterio de la Calavera de Cristal de Akator, un objeto legendario, citado por el conquistador español Francisco de Orellana, que provoca tanta fascinación como superstición y miedo.

Indy y el joven viajan al rincón más perdido de Perú, tierra de antiguas tumbas, exploradores olvidados y rumores de una ciudad de oro. Pero no tardan en descubrir que no están solos; los agentes soviéticos también quieren apoderarse de la Calavera de Cristal. Y éstos tienen prisionera a una antigua conocida de Indiana Jones, Marion Ravenwood (Karen Allen), que resulta ser la madre del joven. Será a partir de este momento cuando la película cobre ritmo, aunque no suceda nada que no sea previsible: que Indy descubra que tiene un hijo y que la aventura, tras recorrer los lugares más inexplorados de la selva, acabe con un típico happy end con boda incluida.

Había una enorme expectación en Cannes por ver qué habían hecho Spielberg y Lucas con Indiana Jones y como un maduro Harrison Ford, a punto de cumplir 66 años, que volvía a meterse en las más increíbles aventuras.

Pero la película deja una sensación de deja vu. Si en una de las anteriores, Indy y sus amigos caían por una catarata, ahora lo hacen por tres; si antes se las tenían que ver con un pozo infestado de serpientes, ahora se enfrentan a una plaga de millones de hormigas carnívoras... La mina de El templo maldito parece inspirar los laberintos subterráneos mayas de La calavera de cristal... La película fue recibida por la prensa con aplausos de cortesía pero muy lejos del delirio esperado, lo que no es óbice para que sea un gran espectáculo muy políticamente correcto y se convierta en un nuevo taquillazo de Spielberg.

Esta cuarta entrega de Indiana Jones se ha estado gestando durante décadas. La única condición es que el guión tenía que ser aceptado por Spielberg, Lucas y Harrison Ford, y este último tiró abajo algunos de los argumentos que se habían barajado. Aunque el actor afirmó en Cannes que «el proceso de la elaboración del guión fue responsabilidad de Spielberg y yo siempre estuve muy satisfecho de ello».

Spielberg impuso un pacto de silencio sobre la película para no desvelar detalles sorprendentes (la verdad es que no hay ninguno), lo que provocó que una persona que robó el guión fuese encarcelado y que un actor secundario que reveló detalles de la historia fuese suprimido digitalmente del filme por el propio Spielberg. El director no escatimó elogios para Harrison Ford: «Todo el que ha trabajo con él sabe que tiene en sus manos un arma secreta. Ford no solo se preocupa de su personaje, sino del conjunto de todos; trabajar con él es una ayuda extraordinaria». El actor reconoció que ha utilizado a especialistas para las escenas de acción: «Soy un actor, no un especialista, que los hay muy buenos. Yo quiero transmitir la emoción del personaje, su continuidad emocional, las escenas de acción física se las dejo a los especialistas».

Para Ford, «Indiana Jones contribuye a la lucha del bien contra el mal». Lucas se mostró «satisfecho» de no haber utilizado efectos especiales generados por ordenador, que tanto abundan en el cine de hoy, y Spielberg contó que «en esta película he trabajado lo menos posible con los actores en plató sobre un fondo azul. Creo que los decorados inspiran a los actores y, por eso, en vez de crear decorados digitales, los he construido como se ha hecho siempre».

En la película, Spielberg vuelve a tocar también el tema de las relaciones familiares: «Si en La última cruzada había una reconciliación entre padre -Sean Conney, que aquí aparece en una fotografía- e hijo, aquí he mostrado otra relación padre-hijo muy gratificante para mí». Tras esta película, Spielberg ha confirmado que se dispone a llevar a la pantalla los cómics de Tin Tin, convertidos en una trilogía.