Asunto de urgencia
El anuncio del congreso que el Partido Popular tiene previsto celebrar durante los próximos 20, 21 y 22 de junio en Valencia, y la decisión de Mariano Rajoy de postularse como candidato a la presidencia de su formación primero y del Gobierno en las elecciones de 2012, dieron paso a una concatenación de posturas discrepantes que amenazan con erosionar seriamente la credibilidad del primer partido de la oposición y, sobre todo, sus aspiraciones de ser alternativa en plazo breve. El cuestionamiento por parte de opiniones ajenas a las estructuras del PP de las aptitudes de Rajoy para liderar el centro-derecha español y concurrir con posibilidades de éxito a los próximos comicios halló su eco en la proliferación de actitudes críticas que en parte respondían a la manifiesta voluntad del presidente popular de renovar su equipo. Este empeño y la parsimonia con la que Rajoy afronta incluso las situaciones de crisis han dado argumentos a los discrepantes y facilitado la contestación e incluso el desplante por parte de personas de indudable significación en la trayectoria del PP. El desafío lanzado por María San Gil para que sea Rajoy quien se haga merecedor a la recuperación de la confianza que la dirigente vasca dice haber perdido constituye su ejemplo más elocuente.
Actualizado: GuardarDe igual forma que el cruce de declaraciones entre Manuel Fraga y Esperanza Aguirre atestigua la existencia de enfrentamientos de más largo recorrido que afloran ahora. La unidad de todo el centro-derecha español bajo unas mismas siglas fue un logro de excepción que coincidió con una determinada etapa política y el fuerte liderazgo que en ese tiempo de paulatino crecimiento electoral ejercía José María Aznar. Las tensiones que hoy vive el Partido Popular no han alcanzado la magnitud precisa para que afecten en lo inmediato a su unidad. Pero parece indudable que si en el desarrollo del congreso de Valencia Mariano Rajoy no logra algo más que un silencio obligado por parte de la disidencia, si no logra su efectiva integración, el PP no saldrá de esa cita en condiciones de afrontar con garantías los retos electorales a que se deberá enfrentar en 2008 y 2009; y mucho menos de digerir el más mínimo revés sin que la decepción consiguiente reproduzca y agrave la crisis actual.