BOCETO. La estatua es del escultor Martín Lagares.
Jerez

En homenaje al fundador

El colegio Oratorio Padre Torres Silva espera una ubicación para rendir tributo a su fundador con una monumento del escultor Martín Lagares mientras recauda fondos para sufragar su coste

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En 1939, el padre Juan Torres Silva comenzó a hacer su sueño realidad: construir el que años más tarde se convirtió en el primer colegio salesiano de Jerez. Paseando entre la iglesia de Las Angustias y Madre de Dios, este sacerdote cavilaba sobre cómo sufragar los enormes gastos que suponía la edificación de un inmueble de estas características, con buenas y luminosas aulas, con amplios patios en los que los chavales pudieran jugar a sus anchas, con capilla... Ese mismo año los primeros ladrillos llegaron a un solar de la calle Juana Jugán.

El objetivo del padre Torres Silva se cumplió el 24 de octubre de 1947 con la fundación del centro escolar. Desde entonces han pasado casi 61 años y los actuales gestores del colegio pretenden homenajear a su hacedor con el levantamiento de una estatua en las inmediaciones del barrio jerezano por el que tanto trabajó. «Tenemos muchas ganas de hacer esto», explica el tesorero de la Asociación María Auxiliadora, Juan Manuel Toro. La intención del colegio es que el monumento se pueda instalar «entre Las Angustias y el colegio, en el camino que él recorría todos los días». El sitio ideal sería en el comienzo de la calle Porvenir, en un espacio en el que, tras la reciente construcción del nuevo aparcamiento subterráneo, colocaron unos macetones decorativos. «Estamos esperando a reunirnos con el Ayuntamiento para concretar el lugar», indican desde el centro.

Así, junto con la Hermandad de Las Angustias, muy vinculada al colegio desde siempre -el coro de niños cantores que procesiona junto a ellos en Semana Santa está compuesto por alumnos del Oratorio- el colegio está buscando fondos para sufragar los alrededor de 18.000 euros que costaría el monumento. El director del centro escolar, Juan José Jiménez, explica que «estamos utilizando nuestras pequeñas capillas domiciliarias de María Auxiliadora. Cada día un alumno se la lleva a su casa y aporta su donativo. Este año, la recaudación de las capillitas está destinada al homenaje del padre Torres Silva».

Aunque el colectivo salesiano lleva mucho tiempo intentando rendir tributo al fundador del Oratorio, «estamos trabajando en serio desde hace un año pero no tenemos ninguna prisa», explica Jiménez. Otras actividades propias del colegio se están destinando a la financiación del monumento, como por ejemplo, la venta de flores de pascua en vísperas de Navidad. «Desde principios de curso hasta ahora hemos recaudado mil euros», explican desde el centro escolar concertado.

Obra de Martín Lagares

El colegio ha encargado ya el proyecto del monumento al escultor onubense Martín Lagares, que ha trabajado anteriormente en otras estatuas para la comunidad salesiana. La del padre Torres Silva es una imagen en bronce de aproximadamente dos metros de altura, tamaño que se verá incrementado, al menos, en un metro más con el pedestal.

«Nos queda concretar el pedestal. A ver si José Torreglosa colabora con nosotros», apunta Toro. El modelo de monumento que pretenden desde el colegio es similar al dedicado al Papa Juan Pablo II (ubicado en las inmediaciones de la Catedral) o el de la Virgen del Rocío (situado en la plaza Aladro), «con una cancelita».

Jerezano de adopción

Juan Torres Silva nació en Bollullos del Condado (Huelva) y aunque estudió para sacerdote salesiano, debido a las necesidades surgidas por la enfermedad de su madre, Dolores Silva, se convirtió en capellán de la iglesia de Las Angustias y de las Hermanitas de los Pobres.

También desempeñó una importante labor como canónigo de la que por entonces era Colegial y hoy es Catedral de Jerez. Mientras estaba en la ciudad y siguiendo su vocación salesiana, trabajó para fundar el colegio que lleva su nombre aunque a veces los métodos empleados para conseguir los fondos no fueran de lo más ortodoxos. «Consiguió dinero a base de limosnas y por multas que ponía a la gente cuando iba por la calle porque no iba a misa o por otros motivos . Las cosas que se hacían antes», cuenta Juan Manuel Toro.

El centro escolar comenzó a construirse en 1939 -en plena posguerra- aunque no pudo recibir a sus primeros alumnos hasta el 24 de octubre 1947. «Don Álvaro Domecq ayudó mucho a la fundación de este centro. Toreaba y donaba lo que conseguía para las obras», explican desde el colegio. Por eso, en el patio en el que hoy juegan y hacen deporte alumnos de Infantil y Primaria un vistoso azulejo sevillano dedicado al rejoneador y ganadero jerezano agradece su colaboración.

«Yo lo definiría como un don Bosco en pequeñito», opina Juan Manuel Toro sobre Torres Silva. «En construir este colegio se gastaría un dineral y no escatimó en nada. Hay azulejos artísticos y puertas de forja», añadió. En principio, el centro funcionó como internado y sólo tenía cuatro aulas pero fue evolucionando poco a poco hasta el día de hoy.

El sacerdote Juan Torres Silva falleció en 1971 y fue nombrado Hijo Adoptivo de la Ciudad. Aunque sus admiradores trabajan por conseguir levantar este monumento, el salesiano cuenta ya con un calle a su nombre, muy cercana al colegio. Precisamente en la capilla que él mismo sufragara, está hoy enterrado junto a su madre.

vmontero@lavozdigital.es