ANTIGUA. Cuentan los residentes que a esta calle iba el ganado a beber bastantes años atrás.
Jerez

Un clavel que serpentea por el Jerez más castizo

La pequeña plazoleta en el corazón de la calle fue nombrada como Santísima Trinidad o Las Donosas

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La calle serpentea por pleno barrio de la Albarizuela. Barrio viejo de toreros y de cantes, de noches oscuras donde es incluso posible que aparezca un hombre envuelto en una negra capa, como si nos trasladáramos a una estampa dieciochesca. No es rígida, sino que se desliza hasta rasgar medio barrio por la mitad, de la plaza de San Andrés hasta la barriada de España. Se trata de la calle Clavel, una de las antiguas vías donde los que ahora viven dicen que venía el ganado a beber. Al menos eso es lo que asegura Patricia Ortiz Pacheco, que lleva toda la vida viviendo allí: «Mis abuelos ya vivían aquí, en el número 14, y cuentan que antes ni había barriada de España ni nada. Todo aquello era campo y la ciudad se acababa a las orillas de lo que ahora son las bodegas de Harveys. Al parecer, había un abrevadero de agua donde todas la tardes entraban las cabras y las ovejas a beber y regresar de nuevo al campo tras estar repuestas».

La familia Pacheco conoce la zona como si fuera suya. No en vano son más de tres generaciones viviendo y buscándose la vida en la calle Clavel. Patricia prosigue con la historia de su familia y nos narra que «en primer lugar, aquí había un gran almacén de grano, pero mi abuelo lo transformó en un estanco, que, a la vez, era también tabanco. Así toda la vida hasta que lo dejamos alquilado unos años a Luis Bueno. Fueron los años en los que Luis montó la tienda de electricidad, recambios y todo eso. Cuando cerró, he aprovechado yo para proseguir con la tradición familiar en esta casa. Ahora tenemos la papelería y el kiosco de prensa abierto».

El número catorce está a la altura de la pequeña plazoleta de donde salen dos ramales. Se trata por un lado de la calle Conocedores, y, por el lado contrario, la calle Palomar, dos clásicos del barrio jerezano de la Albarizuela.

Trinidad

Al parecer, en dicho lugar se erigió un triunfo en honor a la Santísima Trinidad. Este triunfo, al parecer, estaba ya colocado antes de 1793, pues se sabe que en su día fue llamada esta pequeña placita como de la Santísima Trinidad por estar colocado dicho homenaje al dogma cristiano, el cual fue derribado en 1868.

Pero dicho enclave, cuenta la historia de la ciudad, también fue denominado como plaza de las Donosa, pues en la esquina con la calle Palomar estuvo la casa de doña María Ximénez y de Brigida González (hija y madre, respectivamente) y que fueron conocidas en Jerez como las Donosas por sus donaciones, supuestamente, a distintas instituciones benéficas de la ciudad.

El caso es que toda la documentación se pierde cuando llega la hora de intentar saber el porqué se le nombra como Clavel a la calle serpenteante. Agustín Muñoz revela que «es posible que proceda, dicho nombre, de alguna mata, nutrida de bastantes claveles, puestos en un balcón, ventana o azotea, que llamaron la atención del público por su beldad y tamaño y larga duración y de esto llamarse la calle de los Claveles, reduciéndose luego por el uso, al del Clavel», sin más. Si se sabe que ya en 1752 ya se conocía de esta forma a la calle, a excepción de la pequeña plazuela que, justo en la medianera, es nexo con la calle Conocedores y Palomar.

Ahora la calle no es lo que era. Al menos eso es lo que piensan una gran mayoría de vecinos de toda la vida. «Antes era una calle típica de muchas casas de vecinos. No había mucho cante, pero sí mucho movimiento de personal», comenta Isabel Vaca, que se vino cuando era una jovencita a trabajar en el almacén de alimentación de su padre Juan Vaca. Venía nada más ni nada menos que de la calle Nueva, en pleno corazón de Santiago. «Yo todavía vivo allí, en Santiago, y llevo treinta y siete años abriendo la tienda sin descansar», prosigue Isabel. El pequeño negocio de alimentación está solitario ahora. No son horas de comprar plátanos. «Estamos para un desavío, hijo. Pero, bueno, tampoco me quejo porque al menos todavía servimos para algo. Lo demás, las compras que siempre se han hecho aquí, ya se hacen en los supermercados grandes», comenta. Cante poco, nos comenta Isabel Vaca. «Aquí poca cosa. Cada barrio tiene su cosa. Santiago qué te voy a decir, pero en cambio aquí se canta poco por no decir nada», sentencia.

A Isabel le llega la hora del quebradero de cabeza cuando llega la hora del recreo. Los alumnos de La Salle salen por la puerta trasera del colegio que todos dicen que es la principal. «Al menos es por donde entramos los alumnos todos los días», comenta un estudiante. Eso le sigue dando algo de vida a la vieja calle. La Salle Buen Pastor cuyas puertas se abrieron en 1878, con los primeros hermanos de las Escuelas Cristianas.

Dicen que el tabanco más recordado era el del Lolo. Habrá que ver qué existe ahora en tan recordado lugar, un tanto distante ya de la sobriedad del colegio de los hermanos Lasalianos. Allí está ahora sirviendo copas Juan Aragón, en el número 19. «Dicen que el tabanco era muy amplio y largo», comenta Juan, que lleva cinco años alrededor del mostrador entre Clavel y Pajarete. Pepe, un vecino cercano de la calle Palomar, no quita ojo. Enseguida entra en la contienda. «Ahora todo ha cambiado. Esto es un bar, y antes lo que había eran tabancos. El Lolo lo conocí, porque vivía aquí al lado. Era un lugar de hombres para beber y jugar a las cartas», sostiene Pepe.

Al final, casi llegando a La Comedia -antiguo y famoso local musical que acogió a toda una generación de jerezanos- está la farmacia de Magdalena González, que es la licenciada. Se encuentra en el despacho Isabel Rodríguez, que nos narra que «es un lugar tranquilo, de clientela muy fiel y algo mayor porque aquí se han ido quedando los más mayores; no es mal sitio», sentencia.

Al fondo la calle ya se pierde entre las bodegas y la barriada España. Hemos recorrido un Clavel con un tallo muy largo. Reventón, Marisalao o de corte Sangre de Toro. De todo tiene un poco esta calle emblemática y jerezana. Un lugar que atraviesa de parte a parte el castizo y torero barrio de la Albarizuela.