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«Todo en ella es imprevisible»

Lo primero que hizo Cecilio Santiago, de 31 años, cuando nació su hija Clara fue adaptar su mundo a convivir con una pequeña. «Cuando llegó Clara tratamos de adaptar la casa a ella. No nos damos cuenta, pero solemos tener nuestros hogares preparados para que vivan adultos. Pero llegaba un bebé, y hay que pensar que todo en ella es imprevisible y hay que estar atentos al más mínimo detalle», afirma Cecilio. Los productos peligrosos fueron relegados a la parte más alta de la cocina.

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Eso valió mientras Clara era un bebé. Cuando creció y empezó a caminar el peligro se transformó. Había que cambiar buena parte de los muebles que había en casa. En el salón de Cecilio, la mesa de cristal desapareció. Ahora el problema era además que la pequeña sufriera alguna caída por ejemplo por la escaleras, una de las zonas más peligrosas de la casa, según los expertos. «Enseñarle qué era lo que hacía bien fue en mi caso más eficiente que prohibirle a hacer cosas por norma», explica.