El espíritu del dragón
Nunca como tras el terremoto de Sichuán los chinos se habían volcado en ayuda de los afectados de una catástrofe en una mezcla de patriotismo, solidaridad y 'marketing'
Actualizado: GuardarUNA hilera de veinte coches adornados con corazones rojos en las puertas llama la atención en cualquier parte. Más aún cuando se descubre que todos pertenecen a la misma marca y van repletos de agua embotellada y sacos de arroz. La respuesta a la incógnita se encuentra en la contraportada de varios periódicos. Nissan, fabricante japonés de automóviles, ha lanzado una campaña para que los conductores de sus vehículos se dirijan provistos de toda la ayuda posible a la zona afectada por el terremoto que el lunes dejó más de 22.000 muertos en la provincia china de Sichuán.
La empresa nipona ofrece a cambio servicio técnico gratuito a todos los coches que sufran algún problema y, sobre todo, la pegatina con forma de corazón que prueba algo de gran valor estos días: el patriotismo y la solidaridad de quien conduce.
Desafortunadamente, la columna solidaria no puede llegar a su destino, la ciudad de Dujangyang, una de las más afectadas. Un control policial al comienzo de la autovía le hace dar media vuelta. Sólo están autorizados vehículos oficiales de rescate y ayuda. Nada de fraternidad espontánea. Y es que la respuesta de la población a la catástrofe no tiene precedentes y amenaza con bloquear todo el sistema. Por eso, para gente como Ma Shifeng, uno de los conductores de Nissan, se ha establecido un centro de recogida de ayuda ciudadana, que luego distribuye el Ejército. La prensa extranjera tampoco es bienvenida y sólo se puede acceder a Dujanyang por carreteras comarcales, evitando los controles.
A pesar de que ayer el presidente de China, Hu Jintao, en visita a la zona de la catástrofe, calificó de «desalentadora» la labor de los equipos de ayuda, el rescate de ocho personas más, entre ellas cuatro niños, sigue dando esperanzas a las decenas de miles de soldados y de sanitarios, así como a los voluntarios que han unido sus esfuerzos al de los equipos oficiales.
Moyan Ping, de 19 años, es una de ellos. Junto a varios alumnos de su escuela universitaria en la que estudia inglés, ha formado un grupo que ha obtenido la aprobación de las autoridades y ahora se dedica a distribuir panfletos con información sobre cómo prevenir epidemias, agua potable y alimentos.
Ping tiene claras las razones que la han llevado a dejar las aulas unos días y enfundarse una gorra roja que la identifica como voluntaria 'oficial': «Creo que deberíamos ayudar siempre a nuestros compatriotas, pero esta vez hay algo más, la mala imagen que se ha dado de nuestro país tras los crímenes perpetrados en Tíbet, algo que muchos medios occidentales han utilizado para criticar sin razón a nuestro Gobierno y a China».
En Qingchenshan, una de las supervivientes, que ahora se aloja en una tienda de campaña, se queja de que el suministro de agua y alimentos es insuficiente y pide a los voluntarios agua para poder lavarse, «aunque sea la cara», y para cocinar arroz. «Tenemos el cereal, pero no me atrevo a utilizar agua del río», comenta. Moyan Ping apunta todo en su bloc de notas, y replica: «Hay que dar prioridad a quienes están sepultados. Es una tragedia terrible y hay que entender que hacemos todo lo posible».
Sin embargo, las críticas comienzan a aflorar y ya han llevado al Gobierno a abrir una investigación sobre las causas de que se hayan derrumbado, total o parcialmente, casi 7.000 centros escolares, algo que muchos achacan a la corrupción crónica que asola el país y que se ceba en el sector público.
Hu Jintao fue ayer tajante al decir que «de toda tragedia se aprende» y apremió a los equipos de rescate, que se encuentran ya en el límite de las posibilidades de encontrar supervivientes. También aseguró que «no se escatimarán medios para volver a la normalidad». En total, China ha dispuesto ya de casi 300 millones de euros y la comunidad internacional ha anunciado donaciones que suman unos 80 millones más. Hoy llegará a Chengdu el primer avión español -también de la UE- con siete toneladas de ayuda.
Viajes y llamadas gratis
Sin duda, el ardor patriótico y el ansia de ayudar que parece haberse apoderado de la población china, y que se demuestra con el inconmensurable número de vehículos que ofrecen viajes gratuitos a los afectados, cobra, en el mundo empresarial, una vertiente muy distinta.