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Berlusconi prepara la guerra a la inmigración ilegal con fuegos de artificio mediáticos
Mientras perfila un plan de choque ha aprovechado una ola de violencia en Nápoles para calentar el debate
Actualizado: GuardarEl primer Consejo de Ministros del Gobierno italiano de Silvio Berlusconi será el miércoles y, por tanto, aún no hay ninguna ley que marque su impronta. Pero se avecina, porque 'Il Cavaliere' y la Liga Norte quieren un fuerte gesto de lucha contra la inmigración ilegal y la delincuencia, que ellos asocian de forma maquinal.
El paquete de medidas que estudia el nuevo ministro de Interior, Roberto Maroni, de la Liga, plantea introducir el delito de inmigración clandestina, con penas de cárcel para individuos peligrosos, aunque tal valoración está llena de problemas. También prevé endurecer las condiciones para el reagrupamiento familiar, pedir las huellas digitales a los extranjeros y aumentar el tiempo de permanencia en los centros de reclusión temporal. Otra idea es establecer patrullas mixtas del Ejército y la Policía en barrios más conflictivos.
El Gobierno está en ello, pero bajo la vigilancia de la UE, del jefe de Estado y también del Vaticano. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ya le ha parado los pies a Maroni sobre la idea de meter todo en un decreto el miércoles. Anoche ya se intuía que al final puede salir descafeinado, similar al último de Prodi. La UE recordó ayer que la libre circulación de ciudadanos es innegociable. El Papa ha dicho que María y José buscando refugio en Belén son la imagen del inmigrante. Es sólo el inicio del debate.
Por eso, hasta que el Gobierno tenga algo real entre manos, lo mejor es echar la Policía por delante con unas cuantas detenciones que hagan ruido. Unidas al azar de un suceso en Nápoles y algo de manipulación se ha logrado lanzar la idea de que la lucha contra la inseguridad en Italia ha comenzado. El grueso de los medios nacionales y sobre todo extranjeros, deseosos de presentar algo así como la llegada del nuevo fascismo en Italia, ha hecho el resto.
Odio por rachas
Italia vive periódicas rachas de odio hacia los emigrantes. Albaneses en los noventa, rumanos en el último año por algunos sucesos y, siempre, los gitanos, considerados ladrones de niños en la leyenda. De aquí nace la cadena de acontecimientos de esta semana. Aunque no está claro. El pasado sábado, en Nápoles, una gitana rumana de 16 años fue sorprendida en una casa del barrio de Ponticelli. La dueña, de 27 años, dice que quizá dejó la puerta abierta y se encontró a la chica con su hija de seis meses en brazos. No obstante, sólo le dio dos bofetadas y la dejó irse. Fue detenida entre intentos de agresión. «Se tienen que ir», clamó la madre del bebé. En el barrio hay cinco campamentos gitanos, con 700 personas.
Así quedó la cosa. A los tres días, no se sabe por qué, fueron quemadas cuatro barracas abandonadas. La prensa habló de vecinos fuera de sí arrasando campamentos con los gitanos dentro. Al día siguiente ya pasó algo parecido a eso y los gitanos fueron reagrupados en un solo centro de acogida. Sirvió para ver las penosas condiciones en las que viven, pero también para contemplar escenas de racismo, el Nápoles más salvaje. En todos los casos las chabolas quemadas estaban abandonadas. Hubo cinco detenidos -italianos- por robar televisores en un campo.
Tras lo ocurrido se intuye la sombra de la Camorra. Chicos con 'cócteles' que luego corren con el ciclomotor a informar al 'capo' local. El asesor de política social de Nápoles, Giulio Riccio, habló de «fuertes conexiones con la criminalidad organizada». La madre del bebé, asustada por la violencia, pidió que cesaran las agresiones. Por cierto, la gitana detenida no era de ninguno de los campamentos quemados. La ONG que ayuda a los gitanos, Opera Nomadi, desconfía de la versión del secuestro. Habrá que esperar qué dicen los tribunales, dentro de un año o dos.
Redadas infladas
El episodio de Nápoles, siendo grave, fue uno más de una ciudad sin ley, pero el nuevo alcalde de Roma, Gianni Alemanno, de centroderecha, vio la oportunidad de subir al carro. Se había creado la 'alarma gitanos'. Envió el jueves a agentes municipales a Salone, el asentamiento legal más grande de la ciudad, aunque es ordenado y hasta con un retén policial de 24 horas. Arrestaron a 50 personas con antecedentes o sin papeles.
Pero a escala nacional fue algo más vistoso. El ministro de Interior no quiso ser menos y en la víspera de la fiesta de la Policía de ayer anunció el balance de una superoperación. Podía haber dicho que fueron arrestadas 383 personas por robo, tráfico de drogas y prostitución, de las cuales 115 italianas y 268 extranjeras, 53 de ellas expulsadas. Prefirió decir que fue una gran redada contra los inmigrantes clandestinos. En realidad la operación empezó el día 7. O sea, que duró ocho días, con una media de 47 detenidos al día en toda Italia, algo bastante normal.
Pero ha sido un éxito. Parece que en Italia se ha abierto la caza del ilegal, aunque un calentón idéntico de arrestos, desalojos y expulsiones en masa, luego inexistentes, ocurrió hace seis meses con Prodi, tras el asesinato de un mujer en Roma. Todos ganan. Berlusconi vende que ha llegado el orden y la mano dura, aunque aún no ha hecho nada. Para los gobiernos extranjeros es muy cómodo colgarle la etiqueta de xenófobo. Y a Berlusconi le da igual lo que piensen fuera, el italiano está de su parte. Salvo los gitanos, claro.