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ABANDONO. Los residentes de esta zona de la ciudad afirman estar hartos de promesas, quieren resultados de forma inmediata. / J. C. C.
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Vecinos de San Telmo aseguran vivir atemorizados por el trapicheo de drogas

Los residentes insisten en que llaman repetidamente a la Policía «y no viene» Alertan de que el número de puntos de venta ha aumentado notablemente

BLANCA ROMÁN
Actualizado:

Desde su construcción, San Telmo Viejo no ha sido precisamente una de las zonas donde más se haya volcado el Ayuntamiento. De hecho, quienes llevan toda la vida en el barrio aseguran estar cansados de ver cómo «sólo una vez cada cuatro años» los políticos se pasean por sus calles para prometer «que la situación va a mejorar», algo que «no pasa nunca».

Y es que el mayor de los problemas que tiene esta barriada de la ciudad no es otro que el creciente vandalismo que se ha apoderado de ella. Robos a los establecimientos que aún quedan abiertos en San Telmo, sustracciones de coches o amenazas se han convertido en una constante que muchos se niegan a asumir y que parece que no tiene fin.

Hace poco más de un año (en octubre de 2006) los vecinos de San Telmo salieron a las calles para echar -literalmente- a los traficantes y toxicómanos de su barrio. Durante días montaron guardia en sus plazas y consiguieron algo de paz. «Hicimos el trabajo de la Policía», recuerda una de las residentes en San Telmo. Ella, como la mayoría, prefiere permanecer en el anonimato, ya que «vivimos con miedo en nuestra propia barriada».

«Las calles se han llenado de drogadictos que se acercan hasta la nueva ubicación de los puntos de venta de droga que hay en el barrio. Unos lugares que han cambiado de sitio -antes se localizan junto a la vieja oficina de lo que era la Caja de Ahorro- y que han aumentado sin que nadie haga nada por evitarlo», se lamentan desde San Telmo.

Los vecinos saben a la perfección dónde y quién vende la droga y por ello sostienen que «la Policía también conoce donde se trapichea. Todo se hace a plena luz del día y es vox populi. Si no quitan de aquí la droga es porque no les interesa hacerlo», sentencian.

Es más, insisten en que «estamos cansados de llamar a la Policía y muchas veces ni vienen. En algunas ocasiones se pasa una patrulla que ni siquiera se acerca a dónde se está vendiendo la droga. Esto es horroroso. Aquí vivimos personas y no entendemos por qué dejan que estemos pasando por esto», recalca otro de los vecinos.

Viven amenazados, pasan junto a las esquinas de los bloques donde se trapichean con la cabeza hacía abajo y temen que «si decimos algo, dañen a algún familiar. El problema no es que se enfrenten a nosotros -aquí la mayoría somos mayores y estamos curados de espanto-, lo que nos da miedo es que le hagan algo a alguno de nuestros hijos o familiares», aseveran desde la zona.

Mientras que denuncian su situación, los coches no paran de entrar en dirección hacía algún punto de venta. «¿Ves cómo esto es un no parar? Nosotros sólo queremos convivir en paz, que la Policía haga aquí su trabajo, que a alguien le importe lo que nos pase y que ponga remedio de una vez. No queremos más promesas».

braguilar@lavozdigital.es