opinión

El Tendedero | Nos tocó

Nos tocó, porque puede pasar, en cualquier lugar, en cualquier momento, porque ya no es algo que veamos en la tele, porque ha sido nuestra vecina Juana. Si cualquier situación de violencia puede resultar desgarradora, también es cierto que nuestra retina a veces es incapaz de retener las efímeras imágenes de un noticiero. Pero en esta ocasión el mazazo de la violencia machista -«o mía o de nadie»- nos ha golpeado con toda su trágica crueldad. A pesar del mucho trabajo realizado para concienciar(-nos) de que éste es un problema de todas y todos y no sólo de quien recibe los golpes, a pesar de las manifestaciones de cada 25 de noviembre, a pesar de la lucha sin tregua de las asociaciones de mujeres, a pesar de los muchos hombres que creen y practican la igualdad, a pesar de a Juana la ha matado alguien que en algún momento pensó que la quería.

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¿Qué es lo que está pasando? ¿Cómo puede ser el amor la excusa para el asesinato? Cuando una persona dice amar a otra pero en realidad lo que quiere es poseerla, anularla y convertirla en una prolongación de sí; cuando el amor no es más que dependencia; cuando la relación es desigual porque alguien se siente perdedor o perdedora; cuando del respeto se pasa al temor, la relación se convierte en una trampa que en ocasiones, como ésta, puede ser mortal.

No basta con que denuncien las víctimas porque cuando una persona está sufriendo algún tipo de tortura, y el maltrato lo es, tampoco le podemos pedir que se enfrente sola a su agresor sin más apoyo. Podemos tener la sensación de que algo está fallando y de que la Ley contra la violencia de género no es toda la solución, de que las víctimas no están suficientemente protegidas o de que la conciencia social no es suficiente. Todo esto es en parte cierto, pero estoy segura de que si hacemos de la lucha contra la violencia machista, contra cualquier tipo de violencia, un empeño común cada vez estaremos más cerca del final.