Opinion

¡Aquellas inolvidables mujeres!

Si el hombre de nuestra última e incivil contienda y posterior posguerra en España, sufría en el frente, como en la retaguardia, en la cárcel, en el exilio, y en definitiva el quebrantamiento de los más elementales derechos, entre los que el hambre ocupaba el primer lugar en estas carencias, a las mujeres de éstos en absoluto les fue nada mejor, sin haber sido hoy incluso -salvo contadas ocasiones- lo suficientemente valoradas en su justa medida.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Su entrega sin descanso fue agotadoramente dolorosa, luchando con inusitado coraje, siempre esperando la terrible noticia de la muerte de un ser querido. Se convirtieron hundidas en la angustiosa precariedad, en fidelísimas administradoras de sus humildes casas. Cuando a afamados economistas se les han otorgado galardones, se ignoró a la mujer que hizo posible la subsistencia doméstica y de otros hogares en peor situación.

Esta crítica situación a la que tuvieron que enfrentarse -sobre todo las consideradas como familiares de «rojos»- en aquella atroz posguerra de miseria y represión debería evidenciarse por estricta justicia en todo momento y lugar.

Tuvieron aquellas inolvidables mujeres la admirable fuerza de voluntad de verse obligadas a diario a convivir con los que habían implantado la desolación en sus familias y sacar sus casas adelante amargamente, pues había que seguir superviviendo en aquel infrahumano régimen. Para las generaciones venideras aquellas mujeres de raza son indiscutibles hitos, heroínas anónimas, merecedoras por sus enormes cualidades de ser admiradas y enaltecidas, y todo ello realizado sin un ápice de odio o de rencor. Algunas llaman a la mujer «sexo débi». ¿En qué ámbito de su brava existencia reside esa debilidad? Ellas son merecedoras del reconocimiento y la gratitud más indelebles.