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Calle Porvera | La pancarta de la verdad

Por mucho empatía que trate de ponerle uno, resulta imposible ponerse en la piel de la familia de Juana López, la vecina jerezana de 67 años brutalmente asesinada por su ex pareja, de 77, el pasado sábado. Es imposible, porque, como suele decirse, sólo lo saben los que han pasado por ello.

WAYNE JAMISON
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Pero, aún así, uno se hace perfectamente a la idea de lo que debe estar sufriendo esa familia, una mezcla de dolor, rabia e impotencia que marchitaría el corazón de cualquiera. Porque saben que la muerte de Juana posiblemente podría haberse evitado.

La propia familia lo explicó muy bien en la concentración de repulsa celebrada el lunes a las puertas del Ayuntamiento. A un lado, los gobernantes locales -incluida una Pilar Sánchez que, sin embargo, no fue capaz de volver del Rocío el día del crimen- y al otro familiares de la mujer asesinada, excepto el hijo de ella, que prefirió cumplir con el protocolo y colocarse, aunque sólo fuese físicamente, junto las autoridades. Dos bandos distantes mirándose a los ojos. Unos, los más allegados a Juana, portaban una pancarta demoledora que apuntaba directamente a los de enfrente. La misma se preguntaba cómo es posible que haya tantos políticos con escolta y, a la vez, tantas mujeres amenazadas sin protección.

En este caso resulta especialmente sangrante. Sobre el asesino confeso pesaba una orden de alejamiento que era papel mojado porque nadie se preocupó de poner unas mínimas medidas de control para asegurar su cumplimiento. Juana estaba desprotegida a pesar de las denuncias presentadas. En una de ellas aseguraba que su ex la había amenazado con asestarle 7.000 puñaladas. No le hicieron falta tantas. Le bastó con degollarla.

wjamison@lavozdigital.es