Los espectadores, rehenes de una tragedia
La Fura dels Baus irrumpe mañana en el Falla con 'Boris Godunov', su nuevo espectáculo inspirado en el trágico secuestro del teatro Dubrovka de Moscú
Actualizado: GuardarEl líder de la guerrilla separatista chechena, Shamil Basáyev tenía tan solo 25 años cuando capitaneó su primer secuestro. En 1991, armado hasta los dientes, logró desviar un avión de pasajeros hasta Turquía, lo que acaparó durante unas largas horas de tensión los informativos de todo el mundo. Pero, para desgracia de las miles de muertes que llevan su firma, Basáyev siguió engordando su currículum de sangre. Como la masacre del teatro Dubrovka de Moscú en el que, en octubre de 2002, unos terroristas, bajo sus órdenes, secuestraron a casi un millar de personas y causaron la muerte de 125 rehenes, actores improvisados que protagonizaron una de las tragedias más televisadas de la historia.
Ahora, en tiempos en los que el aliento terrorista vuelve a sentirse caliente en la nuca, llega al Teatro Falla el nuevo montaje de la Fura dels Baus, Boris Godunov, una obra inspirada en aquel fatídico día que convirtió un teatro en campo de batalla. La compañía catalana vuelve a Cádiz - es ya una habitual en su agenda cultural- para representar este nuevo montaje que deja al lado el lenguaje furero, el más orgánico, carnal e interactivo, para invitar al espectador a la reflexión.
Fue en octubre de 2002 cuando los milicianos chechenos irrumpieron en el Dubrovka mientras que se estaba representando el musical Nord-Ost. Tras dos días y medio de secuestro, y muchas cuestiones aún sin respuesta, se liberaron a los rehenes. Más de un centenar murieron en el intento.
A partir de ahí uno de los directores creativos de la marca Fura, Alex Ollé, creó «debido al estupor que le causó la tragedia» una obra de ficción inspirada en este suceso. Para montarla utilizó testimonios reales de los supervivientes, pero se alejó de ellos para dramatizarlos. De hecho, el espectáculo no se sitúa en ningún país ni los terroristas llevan nombre.
Escenario, dentro y fuera
La obra empieza por el final, en un prólogo que recrea, a través del sonido, la entrada de las fuerzas de seguridad en el teatro. Se desarrolla en distintos niveles: la acción siempre continua de los terroristas dentro del teatro, la utilización de la imagen pregrabada -que se ve a través de pantallas- para mostrar lo que sucede fuera de la sala (desde el hall hasta los despachos donde los políticos intentan gestionar la crisis a través de gabinetes de emergencia) y la situación de la función que ha sido interrumpida por los terroristas.
También, la elección del título es claramente intencionada. A Ollé le gustó la idea de utilizar el nombre de la obra de Pushkin Boris Godunov, un texto que habla del poder, de la corrupción y del asalto a esta jerarquía por parte de un impostor que no va a ser mejor que el gobernante corrupto que pretende derrocar. Los paralelismos con la acción terrorista que se ha producido en el teatro son importantes. Pero estos puntos de contacto entre ficción y la realidad se verán más claramente cuando los terroristas obliguen a los actores a representar parte de la obra y quieran intervenir en la historia.
La acción, como suele ocurrir con los montajes de la compañía catalana, es muy dinámica. Mu-chas de las situaciones que se describen hay que imaginarlas mezcladas con otras pequeñas acciones. No hay argumento común, algo predecible o marcado por el tempo de la escena, sino que todo sucede de forma orgánica y sin subrayados, parecido a como debió producirse en la realidad. Sólo cuando la imagen de video es protagonista (informativos, gabinete de crisis...) la acción en la sala pasará a un segundo término.
A partir de todos estos elementos de escena, se crea una ficción para explorar los rincones que los datos objetivos dejaban en la penumbra: las motivaciones de los terroristas, las discusiones entre los responsables del gobierno a la hora de gestionar la crisis, las tensiones entre los rehenes y los terroristas... «Todo aquello sobre lo que no hay datos objetivos es dónde entran la imaginación y el teatro».
Entre las butacas
El espectáculo también rompe la división convencional entre escenario y platea para convertir todo el teatro (patio de butacas, pasillos, foro...) en espacio de representación. El elemento escenográfico principal para Boris Godunov es una pantalla de gran formato (entre 8 y 12 metros de ancho) que servirá para recrear de manera virtual, a partir de imágenes en tres dimensiones, espacios físicos de la obra, imágenes de las cámaras del propio teatro...
El sonido se utiliza en momentos concretos como efecto (por ejemplo la irrupción de las fuerzas de seguridad en el teatro). La banda sonora de Boris Godunov está compuesta por Josep Sanou, generando ambientes y atmósferas que acompañan al argumento y los diferentes momentos de recursos musicales.
Ollé, ha contado para esta obra con la colaboración de David Plana, director de obras como Mala sang, y escritor de la premiada La dona incompleta. Con este espectáculo La Fura dels Baus pretende que el espectador se enfrente a uno de los principales miedos contemporáneos: ser víctima de un atentado terrorista, una propuesta sin fronteras que, según entienden, puede ser recibida de forma diferente según la sensibilidad de cada espectador.
Además, Boris Godunov es un reto para los actores debido a esta propuesta inusual, atrevida y arriesgada de La Fura dels Baus: la escenificación de un acto terrorista dentro de un teatro, con los espectadores como rehenes y con un espacio tan reducido para situaciones de terror como una sola sala.
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