Sharif, purista y vengativo
La decisión de la Liga Musulmana Paquistaní-N (por su jefe, Nawaz Sharif) de abandonar el gobierno de coalición en Pakistán es un ejemplo raro en política de colocar los principios por encima de todo: deja el ejecutivo porque no se reinstala a los jueces cesados en noviembre pasado por el general Musharraf. Visto así, todo es simple y honra al interesado, pero el asunto es algo más complejo: Sharif tiene muchas razones para seguir haciendo la guerra al antiguo presidente-dictador que puso y quitó jueces a su gusto y al servicio de un acabado diseño político-institucional que a él le excluía.
Actualizado: GuardarMusharraf cesó por decreto el presidente del Supremo, el popular juez Muhammad Chaudhry, quien parecía dispuesto a dar por ilegal su reelección. Pero los nuevos órganos judiciales hicieron más que eso: santificaron amnistías al servicio del plan político en marcha para permitir la vuelta al país de Benazir Bhutto y también, tras la muerte de ella, absolvieron a su marido, a la carta, de cargos de corrupción económica. El viudo necesitaba todo esto porque heredó el liderazgo del partido mayoritario, el Popular Paquistaní, la gran creación de los Bhutto y, entre otras cosas, porque así podrá ser diputado pronto (cuando se produzca una vacante tal vez ya prevista y él gane una fácil elección parcial). Y entonces podrá ser primer ministro en el lugar de Yusaf Raza Gilani, su vicario, que lo es ahora. Pero todo esto se le negó a Nawaz Sharif porque el plan, inspirado y bendecido en Washington, se basaba en la reconciliación y cooperación del dúo Musharraf-Benazir, y no se fía de Nawaz y su Liga Musulmana, impredecible y tentada a arreglos con corrientes islamistas si hace falta. Sharif no pudo concurrir a las elecciones y no es diputado. El aceptó una coalición con el PPP con la condición de que los magistrados fueran repuestos pero sonaron todas las alarmas porque ¿qué sucederá si el juez Chaudhry retoma el caso Musharraf y amaga de nuevo con invalidar su reelección? Inaceptable: los teléfonos sonaron y el viudo, Asif Alí Zardari, dio marcha atrás y empezó a decir que acepta la reinstalación de los jueces pero que «hay que acordar el procedimiento» Total: la Liga deja el gobierno aunque no pasa por ahora a la oposición y la sombra de la inestabilidad planea de nuevo sobre el complejo país.