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La familia y el sol

Como de las estadísticas, desconfío de las celebraciones que vienen precedidas del manido «día internacional de» como si conjurando a las fuerzas del planeta se calmaran las heridas de la conciencia, lo cual no deja de tener un punto sádico de homenaje póstumo en día. Miren si no. El día de la paz, el día del libro, el día de Europa En fin.

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Hoy, por si no lo saben, es el día internacional de la familia, lo que traducido resulta que muy mal debe andar el concepto familiar cuando la ONU nos insta a celebrarlo. Y en este caso, la necrológica anticipada parece lo más apropiado. Hablar de familia, tal y como la concebíamos cuando éramos pequeños no es políticamente correcto en los tiempos que corren. No hace falta apelar a objeciones de conciencia ni a milongas varias, porque son los propios docentes los que nos alertan del gravísimo trauma que estamos provocando en nuestros niños si seguimos identificando familia con el conjunto formado por padres, hermanos, abuelos, primos

Parece que lo más adecuado es enseñarles que lo que define a una familia no son los vínculos biológicos sino las relaciones de afecto y cuidado que se establecen en un grupo social, independientemente de qué miembros lo componen o del modo en que fueron creadas. Que vivimos en un mundo nuevo y feliz donde hay que huir de los estereotipos asumiendo que en nuestro entorno la familia von Trapp se ha quedado anticuada o relegada al mundo animal donde sí sigue aplicándose el esquema ancestral sólo roto por la loba capitolina que amamantó a Rómulo y Remo. Que lo de la familia se queda para los Corleone.

Pues muy bien. Pero hay algo que me preocupa. ¿A quién invita uno cuando organiza una comunión? O tempora, o mores.