Boris Izaguirre toma el Baluarte con un monólogo caótico a ritmo televisivo
El autor venezolano divagó sobre sus inicios en España, la televisión y María San Gil en la presentación de 'Villa Diamante' en la Feria del Libro El finalista del Planeta afirma que aspira a ser un cronista de su tiempo
Actualizado: GuardarMás que la presentación de un libro, fue un monólogo insólito y premeditadamente desordenado. Boris Izaguirre (guionista, novelista, ensayista y columnista desde los 16 años) demostró ayer la vigencia de su tirón mediático colgando el cartel de No hay billetes para su actuación estelar en la Feria del libro de Cádiz.
La periodista de LA VOZ Mabel Caballero trazó una semblanza de alguien «al que parece que conocemos de toda la vida, sólo porque le hemos visto en la tele», en la que destacó su falta de complejos a la hora de reconocer influencias de la cultura norteamericana. «Aquí pensamos que en los EE UU confunden España con Turquía, pero ¿quién sabe cuál es la capital de Paraguay?». Además, hizo un breve recorrido biográfico y bibliográfico destinado a demostrar que «el escritor no está detrás del showman», sino junto a él.
Izaguirre tomó la palabra para desgranar, a ritmo catódico, algunas particularidades periféricas de Villa Diamante, entre bromas circulares, anécdotas personales, reivindicaciones políticas y algún que otro dardo frivolón.
El público escuchó hablar muy poco de los personajes que sostienen la novela, el proceso de la escritura o su intencionalidad, aunque, a cambio, disfrutó de lo lindo con los paralelismos entre una novicia mormona y María San Gil, el material del que estaban hechos los zapatos del novio del autor el día que lo conoció, o el momento en que Rita Barberá le confesó que le encantaba Marta Sánchez.
Explicó, por ejemplo, que para «invitar a la inspiración», se rodeó de algunas amigas actrices, «de las que esperaba tomar prestados sus gestos, sus rostros, sus manías». Pero, como «no pueden verse entre ellas, y no quieren compartir el mismo gay», tuvo que ir quedando «alternativamente con unas y con otras, hasta que mi casa se convirtió en un verdadero caos y mi marido me obligó a que pusiera algo de orden».
El autor reconoce abiertamente que, al igual que «otros muchos escritores» de su generación, ha bebido «de la fuente del cine, de sus esquemas, de sus diálogos, de su estética», lo cual le ha permitido «afilar la mirada, y eso luego se nota en los textos».
Izaguirre reconoció que había escrito La Dama de Rosa y Rubí, por lo mismo que se desnudaba constantemente en Crónicas Marcianas: «Las marcas caras que siempre me han gustado, eran cada vez más caras, y requerían de unos ingresos sólidos». De ahí, saltó a su «periplo gallego», cuando conoció a su actual marido, que se le apareció por un pasillo «envuelto de estrellitas, como la Virgen de Lourdes». «Después decidimos irnos a vivir al barrio de Salamanca, pero como no queríamos escandalizar al vecindario, siendo como éramos dos varones solos, optamos por casarnos para evitar la rumorología y la maledicencia», ironizó.
Quizás el Boris más contenido estuvo presente durante la rueda de prensa anterior al acto. Allí reconoció que piensa entregarse por completo a escribir, y que se está «pensando mucho si volver a la tele». «Ya he rechazado algunos proyectos, porque desde que soy finalista del Planeta puedo permitirme, más que nunca, hacer lo que me da la gana». El showman se reivindicó, «más que como escritor, como cronista», y admitió que le haría feliz que «alguien se remitiese a mis libros para conocer el tiempo que me ha tocado vivir, y que luego descubriera que ese escritor estuvo desnudándose en la tele...». Sobre Venezuela y sus relaciones con el régimen chavista, se limitó a explicar que «no pienso regresar al país hasta que no dejen entrar a Alejandro Sanz».
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