![](/cadiz/prensa/noticias/200805/13/fotos/020D2CA-TEM-P2_1.jpg)
Cádiz se descubre ante la Blanca Paloma el Lunes de Pentecostés
A las seis de la mañana la Virgen se acercó al Simpecado de la hermandad gaditana y los romeros pudieron rezarle de cerca La Señora no regresó a su Ermita hasta pasadas las doce del mediodía
Actualizado: GuardarCon una explosión de llanto y emoción recibieron los rocieros gaditanos a la Patrona de Almonte, mientras desde los hombros de tres hermanos, rezaban la Salve a la Virgen el pregonero de la Semana Santa de 2007, Marco Antonio Huelga; el director espiritual y párroco de San José, Óscar González Esparragosa; y el padre Juan Enrique Sánchez, de la hermandad de La Línea. Atrás quedaba un año de trabajo, meses de preparativos y cuatro días de camino.
Pasados diez minutos de las dos de la madrugada salió la Virgen, cuando el simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte entraba en el interior de la Ermita, una vez terminado el rezo del rosario -en el que participaron todas las hermandades filiales- por las calles de La Aldea. En ese momento los almonteños saltaron la reja. Con vivas y olés, y con el compás de las palmas, los devotos fueron sacando a la Virgen, primero, del presbiterio en el altar mayor; y, después por el pasillo principal hasta el cancel de la puerta.
Un camino que se hizo dificultoso por el gran número de rocieros que quisieron vivir de cerca el momento cumbre de la romería. Los romeros se empujaban y daban codazos debido a la presión que ejercían los almonteños al iniciar la maniobra para poder llegar a Las Marismas. También se sucedieron los desmayos y lipotimias por el calor.
Y casi media hora después Ella llegó hasta la puerta. Otra vez se escucharon fuertes aplausos y se gritaban olés. Desde su Ermita a Las Marismas navegó sobre una marea de hombres que se acercaban de manera insistente para poder llevarla sobre sus hombros mientras que el capataz dirigía los movimientos de los cargadores.
El primer simpecado que visitó fue el de la Hermandad del Rocío de Almonte, la Matriz, bajo una lluvia de pétalos de flores y el repicar de las campanas de la capilla de la casa de hermandad. Después siguió su camino para acercarse al resto de los 106 simpecados. Y el santuario se quedó solo, con el camarín donde se ubica la imagen de la Virgen durante todo el año sin Ella.
El grupo Los romeros de la Puebla esperaban, como siempre, a la Virgen en la casa de hermandad de La Puebla del Río. Después siguió su recorrido por la plaza junto a la ermita para acercarse a Umbrete.
Sorprendente fue cuando la Blanca Paloma pasó junto al simpecado de la hermandad filial de Macarena y después volvió junto a los rocieros sevillanos que le cantaron una salve. Adelantada sobre el horario previsto, la procesión continuó, formándose una aglomeración de miles de personas alrededor del paso, mientras que los hombres que querían cargarla entraban decididos en la bulla y salían empapados en sudor y casi sin respiración.
A las cinco de la mañana la Hermandad del Rocío de Cádiz salió de su casa de hermandad para dirigirse a su lugar asignado en el número 41 de la plaza del Acebuchal, junto a la casa de hermandad de Triana.
Cuando el reloj marcaba las seis de la mañana la Virgen comenzó a acercarse al simpecado de Cádiz al compás de las palmas. En ese momento, subieron a hombros a los tres sacerdotes que llamaron a la Reina de las Marismas rezando una salve. Pero la avalancha provocó que la Virgen volviese para atrás y se alejase de los romeros gaditanos, lo que obligó al hermano mayor, Manuel Montaño, a pedir que detuvieran el rezo.
A las seis y diez de la mañana Ella volvió. Y se acercó. Y llegó hasta el simpecado. Y las lágrimas de emoción y alegría llenaron los ojos de los rocieros al tenerla, un año más, cerca. Palmas, aplausos, vivas y olés para recibirla. Y una salve cantada para rezarle. Y la Señora se fue. Y los gaditanos se abrazaron dando gracias a la Blanca Paloma por estar en La Aldea y con la esperanza de, el año que viene, volver para ponerse ante la Virgen.
Ya a la ocho de la mañana, después de pasar por la casa de hermandad de Sanlúcar, la Virgen llegó a la casa de las camaristas para ser retocada.
Y a las doce, Ella regresó a su Ermita en el Lunes de Pentecostés. Y la alegría de nuevo desbordó a los romeros.