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CLASE. Óscar se lleva el balón jugado ante la presión de los delanteros murcianos. / GECA SPORT
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El Portuense se lo jugará a todo o nada contra el Marbella en la última jornada

Los rojiblancos se mantienen en el puesto de promoción tras no pasar del empate a uno en su visita al Mazarrón Sergio Narváez anotó el gol para los gaditanos y Paulino falló después un penalti que pudo significar los tres puntos

GECA SPORT
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La cara y la cruz del fútbol se dieron cita ayer a eso de las ocho de la tarde en el municipal mazarronero. La cara para los del Puerto de Santa María que con el empate final tienen la salvación a noventa minutos, siempre y cuando ganen al Marbella, y la otra cara de la moneda para los mazarroneros, justo después del pitido final, caras de desolación, conocedores los jugadores costeros del problema que se les venía encima, no sólo les vale ganar en Sevilla la siguiente jornada, sino que además deberán esperar otros marcadores, para salvar no ya la permanencia, sino para evitar la promoción.

El partido tuvo de todo, penas máximas, goles anulados y tensión a raudales. La primera parte fue local por completo, conocedores de que sólo la victoria los salvaría, desde el primer minuto llevan la iniciativa del choque, que se les pone de cara nada mas comenzar con un gol de Carrasco de penalti. Con el marcador a favor los de Yagüe realizaron un fútbol de muchos quilates, con jugadas trenzadas y peligro a cada acercamiento mazarronero. Parecía que los locales podían llevarse de calle este partido y además soñar con igualar el gol average particular. El Portuense era en esos momentos una marioneta en manos mazarroneros, sobrepasado por la intensidad de su rival y sin capacidad e reacción, se acercaban a balón parado pero sin encontrar portería de Reguero que en este periodo era un espectador más. La polémica llegó en la prolongación de este primer período, cuando el línea levantó la banderola anulando un gol a los locales que podría haber sido el dos a cero y la sentencia del choque.

Vuelve la esperanza

En la reanudación, se pasó de las sombras andaluces a sus luces, situados mejor en el campo, comenzaron a apretar, acercándose con mucho peligro a la portería local, y cada vez encerrando a los propietarios del terreno de juego en su campo, se palpaba en el ambiente que el empate no tardaría en llegar, y sucedió en el sesenta y tres. Un rechace del cancerbero visitante se convirtió en un pase de gol, que tras fallo en cadena de la zaga local, aprovecha Narváez para poner las tablas en el electrónico.

Tuvo dos minutos después Paulino la salvación de los suyos si hubiese transformado el penalti que sancionó el colegiado al Mazarrón. Las dudas planean en los locales que sienten el pozo de la Tercera en el cogote, mientras que los foráneos notan la salvación. Los minutos finales y en un partido loco pudo suceder cualquier cosa, desde la victoria local en un lanzamiento de D. Ribera que se marchó fuera por poco, a una victoria de los del puerto que se conformaron con el resultado.

Tras el pitido final la cara de la grada local era un poema, sabían que se había desaprovechado otra oportunidad y que para esta última jornada ya no se dependía de ellos mismos, pero esperanzada en el que el sufrimiento tendría sus frutos y que la salvación era posible, por el contrario los parroquianos andaluces estaban satisfechos, conocedores del resultado marbellí, la salvación estaba muy cerca y en su feudo.