Bonanza era una serie
Falta por saber cuántas noticias sobre la crisis es capaz de digerir una persona en una sola jornada. Si Pedro era Solbes, la desaceleración debe de ser ese lobo que asustaba más cuando se le mentaba que cuando está de cuerpo presente. Cada día se despierta uno con más mensajes sobre el advenimiento del apocalipsis crematístico. Cada mañana debe, cada cual, convencerse de que, si ahora vamos fatal, es porque antes estábamos bien aunque ni nos diéramos cuenta ni nada, aunque los pisos costaran el sueldo de 50 años, los coches estuvieran por las nubes, los salarios por las alcantarillas y las plusvalías, donde siempre. Piense en su vida en 2005. ¿Ya la recuerda? Pues sepa que estaba usted de puta madre y que es tan imbécil que no se dio ni cuenta. Estábamos bien, lo que pasa es que esta pedazo de chusma, miembros de la desagradecida clase media, no sabe apreciar las cosas. Cada mañana, debe, cada cual, tragarse esa risa que se le escapa cuando escucha que unos grandes almacenes que nos sangraron o unas cuantas empresas inmobiliarias que nos reventaron están destrozados, a punto de cerrar el chiringuito porque pensaban que sus beneficios iban a seguir creciendo al 30% cada año hasta el fin de los tiempos. De pronto, van a tener que desinflar los precios y ajustarlos a la demanda.
Actualizado:El descojono es lo que le sale a uno, de natural, cuando escucha las desgracias de todos esos a los que jamás les importó más que su cuenta de beneficios. Pero, de pronto, en plena carcajada, el consumidor recuerda que cuando las cosas iban bien, a los seres normales les iba mal; pero que cuando la economía se pone fea, a la gente que utiliza el bus le va peor aún.
Y tiene que llover. Todavía tendrá que caer más crisis hasta que los promotores de viviendas en el casco antiguo se den cuenta de que hacer garajes para ganar el triple es una putada cuando podrían ganar sólo el doble sin poner en peligro viviendas de alrededor.
La crujida económica debe ser menor de lo que dicen. Ni siquiera hace falta recurrir al topicazo de las terrazas repletas y los hoteles atestados. Basta con pasearse por Cádiz, epicentro continental del desempleo, para encontrar carteles que dicen «se necesita camarero»; o costurera. No debe ser tanta la crisis cuando las administraciones mantienen pesebres de cuando todos éramos millonarios. Mi ex compañera, aún colega, Goretti Cornejo (PSOE), ha entrado en el Consejo Audiovisual de la RTVA. ¿Qué es eso? Pues un organismo en el que a sus miembros les dan 3.000 ó 4.000 ó 5.000 euros al mes por ir, cada tanto, a votar es una entre un ciento y que si conozco su situación es porque antes tuve amigos que pasaron por tal situación y me la contaron como «el mayor chollo del mundo». Multipliquen por diputaciones, ayuntamientos, televisiones públicas. ¿Qué le sale? Desde luego, una crisis, no.
La crisis no puede ser tan grande, que no. En Vigo hay otro ejemplo. Resulta que un repartidor de pizzas al que apodan Makelele, mató a un matrimonio cuando echaba una carrerita con su Audi por el centro. Le detienen. Le ponen en libertad y vuelve a ser detenido por conducir borracho y sin carné. Se le ocurrirán mil preguntas sobre la Justicia, su funcionamiento y su laxitud. Pero a mí me asalta un interrogante ¿cómo puede comprarse un repartidor de pizzas un Audi?
Si la cosa estuviera tan mal, esta ciudad no hubiera pedido una excedencia de diez años. No habría dejado pasar toda una década sin mover un ladrillo, sin elevar una queja, sin cambiar a un dirigente de su sillón. Desde que (¿¿en 2001!!) se creó de la nada el nuevo barrio de Astilleros con su Corte Inglés y todo, en esta ciudad no se mueve un ladrillo para provecho común. Diez años perdidos. Todo lo dejamos para 2012. Pero hay tanto pendiente, que no llegamos. Me juego una cena con el que sea. En El Legado. En todo ese tiempo, se ha ofrecido a los ciudadanos sólo propaganda, palabras, humo, ni segundo puente, ni nueva plaza de abastos, ni un gran conjunto de viviendas protegidas, ni un parque, ni la imprescindible Plaza de Sevilla, ni siquiera un AVE (quitando el pajarito ese junto a Puertas de Tierra).
La bonanza económica pasó de largo y la crisis amenaza con cebarse. Es lo que tienen los pobres conformistas, que jamás aprovechan las vacas gordas y siempre sufren los malos tiempos. Queda una solución. Podemos meter a 5.000 parados de Cádiz en el edificio de la Aduana (ese con el que nadie tuvo ningún vínculo a no ser que fuera buscando aparcamiento un sábado de Carnaval o un día de Cabalgata de Reyes Magos). Luego, lo volamos. Así acabamos, de un golpe, con el debate y con la mitad del desempleo local. Si alguien considera que esta afirmación es digna de una querella. Que denuncie. La Justicia también está atascada, paralizada, sin ordenadores ni nadie que ordene. Mientras que me localizan, me notifican, me juzgan y me condenan 3012. landi@lavozdigital.es