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el rocío 2008

La llegada a la Aldea hizo olvidar a Jerez el agua y el frío del Camino

La caravana jerezana se presentó ante la ermita de la Blanca Paloma a las 15.30 horas. Al Simpecado le llovieron plegarias y piropos en las calles Bellavista y Muñoz y Pavón

A. E. Posada/A. Montero enviados especiales a El Rocío
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Ya se veía venir. Para que no faltara nada en el Camino el agua hizo su aparición cuando la Hermandad recorría el pasado viernes el tramo entre Palacio y Guaperal, para de esta forma hacer más dificultoso el paso por los cortafuegos, zona que ya en principio estaba cubierta de charcos como se le había anunciado a las hermandades con bastante antelación. Ya en el paraje escogido para montar el campamento se observó un notable descenso en el número de romeros de Jerez, pues fueron muchos los que prefirieron pasar la noche del viernes en la Aldea y evitar el riesgo de la lluvia en mitad del Coto de Doñana. Pero como se trata de la Virgen, todo se supera, incluso las inclemencias del tiempo, que a veces no perdonan. Ya una vez instalados y con la amenaza de los chubascos, la llamada del pitero alertó del rezo del Santo Rosario, último que la Hermandad efectuaría en el Coto en el Camino de ida. Llegó el momento cerca de la media noche y los que fielmente se quedaron en el campamento jerezano rezaron con devoción implorando, entre otras cosas, para que el tiempo fuera apacible. No ocurrió así, porque la noche fue de viento, con algún que otro chaparrón y, sobre todo, bastante fría. Terminado el Rosario, descanso total para poder llegar frescos al encuentro con la Madre que se produciría ayer.

Nuevamente temprano se levantó el campamento, y a las ocho y media partía el Simpecado de Guaperal en dirección hacia Canaliega. En el tramo final, los restos de un eucaliptal guiaron a la caravana morada hasta el puesto de control de Manecorro. Eran las diez de la mañana cuando se procedió al cambio de flores en la Carreta del Simpecado, para que su entrada en la Aldea fuese lo más brillante posible. El equipo de la Priostia que encabeza Fernando Calderón procedió al cambio de las flores y se rejuvenecieron las jarras del paso de la Soledad que este año lucen en la Carreta del Simpecado. Otra vez, con centros en forma de piñas y con el dibujo que ya traía durante el Camino quedó el Simpecado renovado y preparado para su gran momento de la presentación a las plantas de la Madre de Dios, la Bendita Virgen del Rocío.

Ya eran las doce y media, y la Hermandad comenzó a andar en dirección a la Ermita. Hacía frío, aunque se anunciaba que al mediodía habría sol. Finalmente, el cielo regaló ratos de calor y de leve lluvia casi a tiempos iguales durante la presentación de Jerez. Se podía palpar la alegría en los rostros de los romeros cuando pisaron la Aldea, deseosos de encontrarse con la Virgen, Ella, como siempre, esperaba reluciente, hermosa y radiante en su altar del Santuario para abrir sus brazos de Madre contenta y reunirse con sus hijos, los rocieros.

Adiós al Coto

Por el puente de la Canaliega se abandonó el Coto, y la caravana de Jerez se dispuso con perfecto orden y rigurosidad a enfilar por la calle Bellavista, una de las que más casas jerezanas tiene. Y se notó. El Simpecado de Jerez y toda la Hermandad en definitiva fueron recibidos con alegría, plegarias y sevillanas como esas que pregonan los encantos del Camino de Jerez o aquellas que dicen que para recibir a la Virgen hay que quitarse el sombrero. Las primeras lágrimas de emoción del día asomaban ya al rostro de algunos. Y enseguida llegaría la calle Muñoz y Pavón, repleta también de rocieros jerezanos y cantes como el del Coro Al Alba, que un año más rozó la perfección con sus voces y que incluso le dedicó unas bellísimas sevillanas al Padre Jesús Fernández de la Puebla, Pregonero de la Semana Santa de Jerez que falleciera semanas atrás. Costaba mucho trabajo andar por estas calles que un año más respiraban jerezanía por los cuatro costados. El parón de Muñoz y Pavón fue notorio. Tras el encuentro del Simpecado de Jerez con el de Bollullos, enseguida se desembocó en la calle Almonte, donde está situada la casa de Jerez, frente a la cual también se le incorporó otro buen grupo de rocieros jerezanos a la trasera de la Carreta de Plata. Sólo faltaba atravesar la calle Moguer para llegar ante la ermita y plantarse delante de la Reina de las Marismas. El orden del cortejo era esplendoroso. Lo abría el Banderín de Camino a caballo portado por su camarera, María Isabel Mateos, flanqueada por cuatro jinetes a caballo con varas, las banderas portadas por antiguas camareras a pie, el Guión de la Hermandad llevado a caballo por el hijo de Felipe Morenés y acompañado por cuatro jinetes con varas, y cerrando el propio Hermano Mayor a caballo con su vara y acompañado de otros miembros de Junta. Muy vistoso el cortejo jerezano, que, como siempre, llamó la atención en su entrada oficial en la Aldea.

Eran las tres y media de la tarde cuando se produjo el encuentro ante la ermita. Revoloteo de campanas, cohetes y muchas palmas por bulerías. Y, como no, también muchas lágrimas. «Ya esta aquí Jerez», «ya esta aquí Jerez», era el grito unánime que se escuchaba en la explanada ante el abrazo fraterno de nuestro Hermano Mayor y el de la Hermandad Matriz de Almonte.

Con alegría y felizmente, un año mas el Jerez rociero está en la Aldea con su Madre Divina, la Bendita Reina del Rocío. Y lo hizo con la dignidad, elegancia y caballerosidad que Jerez siempre lleva a gala.

«Aquí me tienes, Rocío. ¡Ay, si pudiera vivir siempre aquí a tu lado!. Mi dicha sería eterna porque sólo contigo se puede vivir, sintiéndose vivido. Quisiera quedarme encerrado para siempre entre las lindes de tu sonrisa, apuñalarme de tus ojos y clavármelos en la sangre para que quede mi corazón herido eternamente de tu mirada». (Pregón de Jesús Rodríguez)

Terminada la presentación, el Simpecado fue instalado en la capilla de la casa de Jerez y expuesto para su veneración y rezo.

En la Carreta del Simpecado, el Padre Alexis colocó un lazo negro por el violento crimen de genero ocurrido ayer sábado en nuestra ciudad.

La Hermandad ofreció unas copas de vino de nuestra tierra tras la llegada a la Aldea y los muchos jerezanos que ayer había en El Rocío donde, eso sí, se notaba menor afluencia de gente que otros años, pasaron la tarde en las casas que distintos grupos de amigos y familias de nuestra ciudad tienen allí. Hoy domingo habrá que seguir esperando para que esta noche, después del Rosario, los almonteños saquen a la Blanca Paloma.